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Objetivo:
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.



Número de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
- Sobre el amito (IGMR 119 Y 336)
- Sobre el alba (IGMR 119 y 336)
- Sobre el cíngulo (IGMR 119 y 336)
- Sobre la estola (IGMR 119 y 336-337)
- Sobre la casulla (IGMR 119 y 336-337)
- Sobre los colores de las vestiduras y los tiempos (IGMR 345-346)


Ideas clave
1. Las vestiduras del sacerdote deben hablar de la vida sobrenatural que se celebra en la eucaristía.
2. Los sacerdotes usan sotana negra, los obispos morada, los cardenales usan sotana roja y el papa una sotana blanca.
3. Cuando el catecúmeno salía de la pila bautismal era revestido con una túnica blanca, para simbolizar la vida nueva ganada por Cristo y otorgada mediante el sacramento.
4. El cíngulo se amarra a la cintura para significar que se amarran las pasiones que se dice están contenidas en las vísceras.
5. El pastor de una diócesis es el obispo, por eso usa báculo.
6. Hay tres grados del sacerdocio: diaconado, presbiterado y episcopado.
7. Siempre que se realiza una acción litúrgica se debe usar la estola.
8. Parece que la casulla se tomó de las vestiduras de los patricios que eran la gente rica del imperio romano, es decir, simboliza la fiesta y alegría por su lujo.
 9. La liturgia siempre tiene un mensaje para nosotros.
10. El cristiano ha de vestirse de una manera apropiada para celebrar al Señor.

   


Descripción
Encontrarse con Cristo no es un acto privado ni individual, es un llamado a la predicación, a la evangelización. Muchos hombres no le encuentran sentido a su vida, llevarles a Jesús es el mejor modo de que llevarles esperanza. Esa es nuestra vocación.


Objetivo
Aprender a llevar a la vida de cada día el encuentro transformante con Cristo en la comunión para ser verdaderamente en el mundo sal de la tierra y luz del mundo.

No. de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
• Sobre el rito de la paz (IGMR 82)
• Sobre la manifestación de la paz (IGMR 154)
• Sobre la fracción del pan (IGMR 83 y 321)
• Sobre la inmixtión (IGMR 241 y 267)
• Sobre la aclamación “Cordero de Dios” (IGMR 83y 267-268)
• Sobre la comunión (IGMR 84-88)
• Sobre la comunión bajo las dos especies (IGMR 281-287)
• Sobre las purificaciones (IGMR 278-280)
• Sobre la costumbre del sacrarium (IGMR 280 y 334)
• Sobre el silencio sagrado (IGMR 45)
• Sobre el rito de la conclusión (IGMR 90 y 166-170)


Ideas importantes a desarrollar (Estas son las ideas que deben quedar claras en la comunidad)
El signo de la paz no es un saludo entre amigos, sino un símbolo litúrgico. Que el pan eucarístico se fraccione es símbolo del Jesús que se rompe por nosotros para entregar su vida y dársenos como alimento. El cristiano cree y sabe que en un pequeño pedazo de pan se encuentra presente el Hijo de Dios. Jesús nos ofrece su cuerpo como pan para ser comido, de tal manera que lo podemos masticar. Tiene mayor simbolismo enviar el pan eucarístico a los enfermos desde el altar como signo de que la comunión se extiende a ellos. Al recibir la bendición no es propio signarse, sino inclinar la cabeza.

Desarrollo
-El rito de la paz nos recuerda que no podemos recibir la comunión si no estamos en comunión entre nosotros.   
-Al inicio de la celebración pedimos perdón por nuestros pecados, con el rito de la paz nos manifestamos la comunión entre nosotros para poder estar en comunión con Dios.   
-La paz se expresa a las personas cercanas a nosotros durante la celebración.   
-El símbolo radica en que, como hermanos, nos deseamos que la paz de Jesús esté con nosotros.   
-La inmixtión es símbolo de la comunión de toda la iglesia, pues en un principio, el obispo que fraccionaba el pan, enviaba pequeños pedazos a las iglesias vecinas para manifestar esta comunión.    -El cristiano reconoce que al recibir a Cristo como alimento es un don de Dios y no un mérito propio.  -Porque  Dios obra maravillas en nosotros es que confesamos que una sola palabra suya, podrá sanar todos nuestros pecados, nuestras heridas y nuestros dolores.   
-El coro puede ayudarnos a prepararnos a la comunión mediante un canto adecuado.   
-Caminar hacia la comunión exige la conciencia del encuentro con Jesús porque voy a entrar en íntima unión con Dios.   
-El sacerdote nos prepara a la comunión, mostrándonos el pan consagrado y luego nos aclara que lo que vamos a recibir es el Cuerpo de Cristo.   
-Si se da la comunión en la mano, se debe consumir el pan consagrado delante del ministro que se la ofreció.   
-Responder Amén, signifi ca que estamos conscientes y seguros que es a Jesús eucaristía a quien recibimos.   
-Por sentido práctico no se ofrece la comunión bajo las dos especies, aunque las conferencias episcopales lo permiten en celebraciones especiales o muy concretas.   
-Quien comulga con la especie del pan o del vino, come el cuerpo, el alma, la sangre y la divinidad de Jesús.   
-Al terminar la comunión el sacerdote purifica los vasos sagrados.   
-La postura litúrgica propia para recibir la bendición es inclinando la cabeza.   
-Terminada la misa, el sacerdote invita a los cristianos a ir al mundo a anunciar lo que han vivido.   El sacerdote se despide del altar besándolo.   
-Para salir hace una reverencia final para concluir la celebración.   
-La celebración concluye con el sacerdote reverenciando a la cruz, a la que reverenció antes de iniciar la celebración.


Descripción
Los ritos iniciales, las lectura y los ritos previos a la liturgia eucarística tienden todos ellos al momento del encuentro con Cristo en la comunión. Jesús se ha querido quedar como alimento nuestro y nos invita a comerlo para tener vida eterna.




Objetivo
Profundizar en el sentido de la celebración eucarística que tiene su cumbre plena en el momento en que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se nos quiere dar en alimento.


No. de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
• Sobre la oración sobre las ofrendas (IGMR 77)
• Sobre el prefacio (IGMR 79 Y 364)
• Sobre la aclamación del Santo (IGMR 79)
• Sobre la epíclesis (IGMR 79)
• Sobre la anámnesis (IGMR 79)
• Sobre la doxología final (IGMR 79)
• Sobre el rito de la comunión (IGMR 80 y 237-249)
• Sobre gestos y posturas (IGMR 42-44)
• Sobre el embolismo (IGMR 80 y 153)

Ideas importantes a desarrollar (Estas son las ideas que deben quedar claras en la comunidad)
Liturgia quiere decir: acción de todo el pueblo o de la comunidad.
En la eucaristía somos invitados a dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado.
El canto del santo debe ser con tono efusivo y festivo.
La misa es la acción de gracias del pueblo al Dios que nos ha dado todo, incluido a su propio Hijo. Arrodillarnos durante la consagración es signo de nuestra adoración a Dios que se hace presente entre nosotros mediante el Cuerpo y la Sangra de Cristo.
El sacerdote muestra al pueblo el Cuerpo y la Sangre de Cristo para que los adoremos.
La celebración toda se encamina al momento en que el pueblo come el Cuerpo de Cristo, en el banquete de la eucaristía.
El rito de la comunión inicia con el Padre Nuestro.
El Padre nuestro no intenta destacar la comunión entre los hermanos, sino con Dios, por eso no es correcto tomarse de las manos durante el mismo.

Desarrollo
Cuando el sacerdote dice “oremos”, nos hace una invitación a que oremos como comunidad.   
El prefacio se elige antes de la celebración.   
Levantar el corazón es elevarlo a las cosas sagradas, al espacio de lo divino.   
Es justo dar gracias a Dios porque es algo que le debemos.   
Es necesario porque sin gratitud nuestro sacrificio quedaría en nada.   
Cada uno de los momentos importantes de la misa, termina con un canto aleluyático: por ejemplo, el gloria antes de la liturgia de la palabra o el santo antes de la consagración.   
Terminado el Santo, viene el momento de la consagración.   
Durante la epíclesis, se pide al Padre que envíe al Espíritu Santo.   
Por la transubstanciación las sustancias pan y vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.  Nuestra adoración muchas veces se hace con las palabras que usara Santo Tomás cuando Jesús le permitió tocar sus llagas: “Señor mío y Dios mío”.   
El sacerdote se pone de rodillas, para adorar a Dios en medio de nosotros por medio del sacramento.   Una vez terminada la consagración el pueblo se pone de pie para hacer la aclamación de la fe.   
El sacerdote levantando la patena y el cáliz ofrece al Padre la víctima del sacrificio y a la invocación del sacerdote el pueblo responde con entusiasmo y convicción total: Amén.   
Por la celebración me dispongo al encuentro con Dios en la comunión.   
Cuando el sacerdote abre las manos en la oración se abre a la acción y al obrar de Dios.   
Extender las manos abiertas simboliza esperar los dones que vienen de Dios.   
Juntar las manos, cerrar los ojos y bajar la cabeza es símbolo de humildad delante de Dios.   
Si el sacerdote quiere destacar la comunión entre los hermanos al momento de orar el Padre nuestro, sería el momento adecuado para tomarse de las manos.


Descripción
Para prepararnos al banquete de la eucaristía en el que Jesús nos da de comer su cuerpo y a beber su sangre, necesitamos conocer los vasos sagrados, es decir, los utensilios que pueden contener las especies sagradas.


Objetivo
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.


No. de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
• Sobre los vasos sagrados en general (IGMR 327-334)
• Sobre la patena y vasos para recibir la especie del pan (IGMR 327 y 329)
• Sobre el copón y su uso en la distribución de la comunión (IGMR160 y 329)
• Sobre la eucaristía en reserva para comunión o adoración (IGMR 314-317)
• Sobre el material no absorbente del cáliz (IGMR 330)
• Sobre la bendición o consagración de los vasos sagrados (IGMR 333)
• Sobre la preparación de los dones (IGMR 73-76)
• Sobre la mezcla del agua y el vino en el cáliz (IGMR 142)
• Sobre el lavatorio de las manos en la misa (IGMR 145)

Ideas importantes a desarrollar (Estas son las ideas que deben quedar claras en la comunidad)
La belleza de los vasos, hablan de la belleza del misterio que celebramos.
El uso de la patena (o plato) nos recuerda que la eucaristía es, ante todo, una comida a la que nos invita Jesús.
En la liturgia todo debe ser signo de una realidad superior y debe ser un símbolo para los fieles.
Cuando se transporta la especie consagrada en un relicario para llevar a los enfermos, la funda que se usa va pegada al corazón y el conjunto se custodia con las manos.
Para que exista el misterio de la consagración (convertir en cuerpo el pan y en sangre el vino) se necesitan: las palabras consacratorias, el pan y el vino y la intención del sacerdote para consagrar las especies sagradas.
Para que haya consagración se necesita que el pan sea ácimo (harina de trigo y agua solamente, sin sal ni fermento o levadura).
El vino ha de ser puro de uva sin ningún tipo de alteraciones.
En cualquier de las especias consagradas, está completo Cristo con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
La eucaristía es la acción de toda la iglesia en unión con Cristo.
Las manos del sacerdote son ungidas con crisma, signo de Cristo y el Espíritu Santo para consagrarlas y ponerlas al servicio del altar.


Descripción
Jesús nos invita no solo a la mesa de la eucaristía, para darnos a comer su cuerpo, sino que nos invita a escuchar su palabra, porque la palabra de Dios da vida a quien la escucha y Jesús es el único que tiene palabras de vida eterna.



Objetivo
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.


Nos. de la Instrucción General del Misal Romano
• Sobre la postura durante las lecturas (IGMR 43)
• Sobre los lugares para los ministros (IGMR 310)
• Sobre el ministerio del monitor o comentarista (IGMR 105)
• Sobre la disposición del leccionario en el ambón (IGMR 128)
• Sobre la aclamación después de las lecturas (IGMR 128)
• Sobre el silencio entre lecturas (IGMR 128)
• Sobre el salmo, su lectura y el modo de hacerse (IGMR 61, 102 y 129)
• Sobre el canto del aleluya (IGMR 131-132)
• Sobre la postura estando de pie (IGMR 43)
• Sobre los elementos en torno a la proclamación del evangelio (IGMR 134 y 175)
• Sobre la homilía (IGMR 136) • Sobre el silencio sagrado (IGMR 45)
• Sobre el sentido del credo o profesión de fe (IGMR 66-67)
• Sobre el sentido y orden de la oración universal (IGMR 69-71)
• Sobre el sentido y razón de la ofrenda monetaria (IGMR 73)

Ideas importantes a desarrollar (Estas son las ideas que deben quedar claras en la comunidad)
Sentarse es también una posición litúrgica, es la posición de quien escucha atentamente. El leccionario debe estar preparado en el ambón. El lector es el portador de la palabra de Dios.
En la medida de lo posible el salmo ha de ser cantado. La celebración no se improvisa, se prepara.

 El pueblo se signa cuando el sacerdote anuncia el evangelio. Estar de pie significa estar preparado para seguir al Señor. Dado que nuestras celebraciones son comunitarias, las respuestas del pueblo siempre son importantes. La señal de la cruz cuando la proclamación del evangelio, es un signo litúrgico de petición a Dios para que abra nuestra mente, nuestros labios y nuestro corazón al evangelio de Jesús. Por lo tanto, no se dice: Por la señal de la santa…

El silencio es parte fundamental de la celebración porque nos permite ser conscientes de la presencia de Dios. El credo de los apóstoles nos pone en comunión con la primitiva iglesia. En la oración universal hay un orden de petición.

Desarrollo
-El pueblo y el sacerdote se sientan para escuchar con atención la palabra de Dios.   
-Un monitor introduce brevemente el sentido o motivo de las lecturas.   
-Los lectores, con las manos juntas, se acercan solemnemente para leer al pueblo la palabra divina.
-Necesitamos espacios de silencio para captar lo que se nos dice, lo que se anuncia, para dejar que la palabra de Dios llegue al corazón.   
-El salmo es la respuesta a la palabra de Dios escuchada. 
-Conviene que el pueblo tenga en sus hojitas el salmo o, cuando menos, el responsorio.   
-Si el salmo no se canta, es conveniente que haya música de fondo.     -
-De modo similar se acerca el lector que proclamará la segunda lectura y al término de la lectura hace la aclamación a la que el pueblo responde.   
-El evangelio es la palabra que Cristo proclama a su pueblo o iglesia.   
-Como preparación a la lectura del evangelio se usa el incienso, los ciriales y se canta el aleluya.   Si hay diácono presente solicita la bendición al presidente.   
-Antes de la lectura del evangelio se hace la incensación con tres golpes triples para indicar la presencia verdadera de Dios.   
-La lectura del evangelio concluye con el beso al evangeliario.   
-La homilía pretende aterrizar el texto sagrado para ponerlo en práctica en la vida de cada día.     Se sugiere la posibilidad de tomar apuntes durante la homilía para sacar más provecho y meditar sobre ello durante la semana.   
-Terminada la homilía debe haber un momento de silencio para reflexionar sobre lo escuchado.   
-El credo que usamos de ordinario es el llamado niceno-constantinopolitano.   
-Se puede proclamar la fe con la forma que se usó cuando nuestro bautismo, cuando el sacerdote hace las preguntas a lo que el pueblo responde de modo individual: Sí, creo.   
-La oración universal debe de hacerse desde el atril.   
-La colecta supone la entrega los dones que Dios nos da para compartir con los hermanos de nuestra comunidad. Es realmente una ofrenda es al altar, para Dios.   
-La ofrenda es un modo de dar gracias a Dios por los dones y bienes que nos da.   
Los dones que se presentan en la celebración tanto el pan y el vino, como los dones económicos o en especie se reciben por el sacerdote que también avanza en procesión.


Descripción
El cristiano es invitado a participar de la mesa de la palabra y de la eucaristía, pero para gozar ese encuentro, es necesario prepararnos a ello; los ritos iniciales, disponen nuestro corazón para el encuentro con Jesús en la celebración eucarística.





Objetivo
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.


No. de la Instrucción del MGR
• Sobre procesión y lo relativo a ritos iniciales (IGMR 117-122)
• Sobre el uso del incensario durante la procesión (IGMR 119120)
• Sobre la naveta con el incienso (IGMR 119)
• Sobre la cruz procesional (IGMR 120 y 122)
• Sobre los ciriales o cirios encendidos (IGMR 120-121)
• Sobre el Evangeliario en la procesión y su lugar (IGMR 119120 y 122)
• Sobre el orden de quienes participan en la procesión (IGMR 120)
• Sobre la finalidad del canto de entrada (IGMR 47- 48 y 121)
• Sobre la reverencia o inclinación profunda (IGMR 122 y 275)
• Sobre el sentido, significado y valor de la genuflexión (IGMR 274)
• Sobre arrodillarse o ponerse de rodillas (IGMR 43)
• Sobre la veneración al altar con un beso (IGMR 49, 123 y 273)
• Sobre la incensación del altar (IGMR 123)
• Sobre la cruz como cruz del altar (IGMR 122)
• Sobre los movimientos o golpes del incensario (IGMR 276-277)
• Sobre la señal de la cruz en los ritos iniciales (IGMR 47-48 y 124)
• Sobre el saludo inicial (IGMR 124)
• Sobre el acto penitencial y el Señor ten piedad (IGMR 51-52 y 125)
• Sobre el canto del Gloria (IGMR 53 y 126)
• Sobre la oración colecta (IGMR 54 y127)

Ideas importantes a desarrollar (Estas son las ideas que deben quedar claras en la comunidad)

Para ir al templo de Jerusalén, el pueblo judío hacía procesiones que le llevaban hasta la casa de Dios. Así como el pueblo judío caminaba hacia el encuentro con el Señor en su templo santo, los católicos vamos al encuentro del Señor que está presente en su palabra y en la eucaristía.

El incienso que abre la procesión simboliza que tras él viene el rey, es como la alfombra que se pone para significar la importancia de quien viene atrás.

El incienso anuncia que quien viene es Jesús crucificado. El sacerdote celebra o preside “in persona Christi” es decir, es Cristo quien celebra o preside a través del sacerdote.

El cristiano inicia todas sus actividades en el nombre del Dios Trinidad. La cruz que trazamos sobre nuestro cuerpo al iniciar la celebración, nos recuerda que la iglesia ve en el signo de la cruz, un signo del poder de Dios y de su protección sobre nosotros.

Nos reunimos en comunidad cada domingo para celebrar la resurrección del Señor Jesús, quien nos invita a participar en esta alegría.


Objetivo:
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.


Número de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
- Sobre la edición del misal romano (IGMR 386, 389 y 399)
- Sobre la elegibilidad de las oraciones (IGMR 363)
- Sobre la elegibilidad de las plegarias eucarísticas (IGMR 364)
- Sobre el sentido de la instrucción general del misal romano (IGMR 1-15)


Ideas clave
1. La edición típica del misal romano realizada en latín, se traduce a las diferentes lenguas para su uso en el culto.
2. La eucología se refiere a las oraciones fundamentales durante la misa: oración colecta, oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión.
3. Las rúbricas indican a los sacerdotes cómo han de conducirse en la celebración eucarística.
4. Hay una norma litúrgica que dice que lo que no está prohibido se puede hacer.
5. Los leccionarios son los libros que contienen las lecturas que se hacen durante la celebración eucarística.
6. La iglesia ha definido el modo en que se han de llevar a cabo las lecturas durante las celebraciones, tanto dominicales como feriales o entre semana.
7. La misa dominical está dividida en tres ciclos (A, B, C), al término de los cuales el católico ha escuchado los textos más importantes de la sagrada escritura.
8. El ciclo ferial o de entre semana se divide en dos ciclos I y II, al término de los cuales el católico ha escuchado los textos más importantes de la sagrada escritura.
9. En ambos ciclos par e impar, los evangelios siempre serán los mismos, dada su brevedad, pero la primer lectura y el salmo varían del año par al impar.
10. El salmo debe ser proclamado por un cantor diferente de quien lee la primer lectura.
11. El evangeliario contiene la palabra de Jesús que se proclama en la eucaristía.
12. Los misales ofrecen material que no se necesitan durante la celebración, lo mejor sería usar la Biblia porque aprendemos a manejarla, le damos uso y tenemos ese contacto con la Palabra de Dios.

   






Objetivo: 
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.

Número de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)

- Sobre la dedicación o consagración de los templos (IGMR 290)
- Sobre el presbiterio (IGMR 295)
- Sobre el lugar del coro y el órgano (IGMR 312-313)
- Sobre el ambón (IGMR 309)
- Sobre la sede (IGMR 310)
- Sobre el altar (IGMR 296-308 )
- Sobre la veneración de las imágenes de culto (IGMR 318)


Ideas clave:
1. La Misa es el memorial del Señor
2. Todos los templos son consagrados por el Obispo, son lugares verdaderamente santos.
3. Dios es el separado y cuando se consagran lugares o cosas se separan para él.
4. Dios nos ha separado para sí, haciéndonos santos o consagrados.
5. Mediante el culto se entra en relación con el Ser Trascendente.
6. Entrar en el templo significa entrar en el ámbito de Dios, de lo sagrado.
7. Del baptisterio emana la vida cristiana, con el bautismo comenzamos a participar de la vida de Dios; de ahí nace la santidad del pueblo que se reúne en la celebración eucarística.
8. Decir santo y decir cristiano es exactamente lo mismo en el lenguaje de san Pablo.
9. El pueblo santo se reúne en el lugar santo para la celebración del santo sacrificio de la misa.

   



Título original
El gran milagro

Año
2011

Duración
76 min.

País
México

Director
Bruce Morris

Guión
Luis De Velasco

Música
Mark McKenzie

Fotografía
Animación

Reparto
Animacion

Productora
Dos Corazones Films

Género
Animación. Drama | Religión. Historias cruzadas. 3-D

Sinopsis
La historia se centra en tres personajes en crisis: Mónica, viuda y madre de un niño de nueve años, hace todo lo posible por mantener a flote su hogar. Don Chema es un conductor de autobús que recibe la noticia de que su hijo padece una enfermedad incurable. Y doña Cata es una anciana que siente que su misión en esta vida ha terminado.

Cuando la desesperación lleva a estos personajes a acudir a la iglesia, sus vidas no sólo se cruzan, sino que cambian para siempre. Bajo la tutela de ángeles guardianes, comprenderán el verdadero significado de la misa, de la lucha constante entre el Bien y el Mal y del triunfo de la fe y la esperanza.


Objetivo:
Conocer los elementos que se emplean en la celebración eucarística para que, entendiendo lo que celebramos y el significado de los signos y los símbolos, participemos de una manera más consciente, perfecta y activa en el banquete sagrado de la eucaristía.

Número de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR)
- Sobre los vasos sagrados en general (IGMR 327-334)
- Sobre la patena y vasos para recibir la especie del pan (IGMR 327 y 329)
- Sobre el copón y su uso en la distribución de la comunión (IGMR160 y 329)
- Sobre la eucaristía en reserva para comunión o adoración (IGMR 314-317)
- Sobre el material no absorbente del cáliz (IGMR 330)
- Sobre la bendición o consagración de los vasos sagrados (IGMR 333)
- Sobre la preparación de los dones (IGMR 73-76)
- Sobre la mezcla del agua y el vino en el cáliz (IGMR 142)
- Sobre el lavatorio de las manos en la misa (IGMR 145)

Ideas clave
1. La belleza de los vasos, hablan de la belleza del misterio que celebramos.
2. El uso de la patena (o plato) nos recuerda que la eucaristía es, ante todo, una comida a la que nos invita Jesús.
3. En la liturgia todo debe ser signo de una realidad superior y debe ser un símbolo para los fieles.
4. Cuando se transporta la especie consagrada en un relicario para llevar a los enfermos, la funda que se usa va pegada al corazón y el conjunto se custodia con las manos.
5. Para que exista el misterio de la consagración (convertir en cuerpo el pan y en sangre el vino) se necesitan: las palabras consacratorias, el pan y el vino y la intención del sacerdote para consagrar las especies sagradas.
6. Para que haya consagración se necesita que el pan sea ácimo (harina de trigo y agua solamente, sin sal ni fermento o levadura).
7. El vino ha de ser puro de uva sin ningún tipo de alteraciones.
8. En cualquier de las especias consagradas, está completo Cristo con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
9. La eucaristía es la acción de toda la iglesia en unión con Cristo.
10. Las manos del sacerdote son ungidas con crisma, signo de Cristo y el Espíritu Santo para consagrarlas y ponerlas al servicio del altar.

   



En verano, las iglesias de los pueblos se llenan. Por el recato, como muestra de respeto, se nota que la mayoría sabe en dónde  pisa cuando entra en el templo.

 Pero, a juzgar por el  atuendo, parece que algunas mujeres confunden la casa de Dios con una sala de fiestas, o que sea signo de desvergüenza o de ignorancia supina;  quizá, nadie les ha dicho que, en los lugares de culto católico, hay un Sagrario, en donde está Cristo mismo, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad y que, con Él, también mora la Santísima Trinidad.

No vale todo:  ni siquiera en las bodas se debe olvidar el pudor en el porte. Acceder a la casa de Dios con ropa impropia, es una falta de consideración a Cristo en la Eucaristía, y a los fieles.

Lo más importante, allí, no son las imágenes sagradas, tal vez  artísticas o muy  queridas, sino el Dueño. A mi madre. su maestra  le enseñó a decir: “Entro, Señor, en tu Casa, en tu santo tempo; te adoraré,  reverenciaré y confesaré tu santísimo nombre”.

También nuestro cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (I Cor. 6, 19). Por eso, en todas partes, se debe observar la modestia en el vestir, que no está reñida con la belleza y la elegancia ( no es coherente que una mujer cristiana no sea pudorosa).

En el Vaticano hay un cartel con normas de vestimenta: “… a la Basílica de San Pedro sólo será permitido entrar a los visitantes vestidos con decoro (está prohibido llevar prendas sin mangas…, pantalones cortos, minifaldas, gorras)”.

¿No deberían tenerlo todas las iglesias?



Por Mons. Benjamín Castillo Plasencia, obispo de Celaya

El 19 de marzo del presente año, en la Fiesta de San José, Su Santidad el Papa Francisco emite la Exhortación Postsinodal Amoris laetitia -La alegría del amor- donde plasma importantes conceptos resultado del Sínodo de los Obispos, y es importate tomar en consideración lo que el Sucesor de San Pedro nos preisa en este documento.
Nos expresa que "la alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. Como han indicado los Padres sinodales, a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia»".

"El camino sinodal permitió poner sobre la mesa la situación de las familias en el mundo actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia. Al mismo tiempo, la complejidad de los temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad. Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas".

"Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa, es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada. Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado»".

El Papa prosigue explicando que "de cualquier manera, debo decir que el camino sinodal ha contenido una gran belleza y ha brindado mucha luz. Agradezco tantos aportes que me han ayudado a contemplar los problemas de las familias del mundo en toda su amplitud. El conjunto de las intervenciones de los Padres, que escuché con constante atención, me ha parecido un precioso poliedro, conformado por muchas legítimas preocupaciones y por preguntas honestas y sinceras. Por ello consideré adecuado redactar una Exhortación apostólica postsinodal que recoja los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión, el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades".

Su Santidad pone de manifiesto que "esta Exhortación adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo".

El Papa comienza el documento donde nos dice que iniciará "con una apertura inspirada en las Sagradas Escrituras" y que considerará "la situación actual de las familias en orden a mantener los pies en la tierra". Luego, algunas cuestiones elementales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, para dar lugar así a los dos capítulos centrales, dedicados al amor. De ahí, algunos caminos pastorales que nos orientan a construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios, y dedicaré un capítulo a la educación de los hijos. Así posteriormente, una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone, y por último plantea breves líneas de espiritualidad familiar.

El Sumo Pontifice nos dice que "debido a la riqueza de los dos años de reflexión que aportó el camino sinodal, esta Exhortación aborda, con diferentes estilos, muchos y variados temas. Eso explica su inevitable extensión". Por eso no recomienda una lectura general apresurada. Podrá ser mejor aprovechada, tanto por las familias como por los agentes de pastoral familiar, si la profundizan pacientemente parte por parte o si buscan en ella lo que puedan necesitar en cada circunstancia concreta. Es probable, por ejemplo, que los matrimonios se identifiquen más con los capítulos cuarto y quinto, que los agentes de pastoral tengan especial interés en el capítulo sexto, y que todos se vean muy interpelados por el capítulo octavo. Finaliza así el papa explicando, en la introducción del documento que "cada uno, a través de la lectura, se sienta llamado a cuidar con amor la vida de las familias, porque ellas «no son un problema, son principalmente una oportunidad»".



XVI domingo del tiempo ordinario

“El ser humano es sobre la tierra la única creatura que Dios ha querido por sí misma” (Conc. Vat. II, G. S. 24) o como dijera el filósofo alemán E. Kant: “El ser humano nunca lo podemos buscar como medio, sino siempre como fin”. De ahí que ninguna persona puede ser usada en bien de intereses individualistas o egoístas de otros, ni colocarle por debajo de las cosas materiales (Cfr. K. Wojtyla, Persona y Acción). Estos sabios principios constituyen el fundamento del verdadero humanismo, de la cultura auténticamente humana; se trata de los principios sobre los cuales Dios diseñó todo el proyecto de humanidad y del mundo en general.

Por eso el mismo Cristo tomó el valor de la persona como el órgano rector para su ministerio, el evangelio de San Lucas nos muestra, por ejemplo, cómo Jesús para responderle al doctor de la ley ¿quién es el prójimo?, puso el ejemplo del buen samaritano, que para ayudar al hombre golpeado por los ladrones, rompió con las visiones religiosas, culturales, políticas y sociales de su tiempo (Lc. 10, 25-37). Además, como lo muestra el Evangelio, Jesús ha sido el mayor de todos los prójimos que han pasado por este mundo; de ahí las continuas complicaciones que enfrentaba con los escribas y fariseos, quienes se aferraban a sus leyes y tradiciones, no importando si dejaban a segundo término la exigencia y el sentido del amor al prójimo.

Y el mismo San Lucas, nos presenta a Jesús enseñando a una mujer: “Martha tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra” (10, 39). Para los esquemas del pueblo, que un hombre platicara con una mujer, ya era tiempo perdido; pero que un maestro o profeta, como se le consideraba a Jesús, se pusiera a enseñarle a esa mujer, era una auténtica aberración. Jesús ya había mostrado su perdón a una pecadora, se había hecho acompañar de un grupo de mujeres y había curado y hecho milagros a otras; pero ahora llega al colmo, siendo el maestro se sienta a enseñar a María; desarrollando así con ella una de las actividades más sublimes y reservadas del tiempo, propias solo para ciertas élites. Pues Jesús, una vez más, rompe con los falsos esquemas, los que limitan, los que discriminan, los que esclavizan, los que sofocan la dignidad de las personas. Se sentó a enseñar a María, pues también ella es persona y los designios amorosos de Dios son para todas las personas.

Lo que Cristo hacía, sigue siendo uno de los grandes retos para el hombre actual: “poner la persona, su dignidad y su valor”, como el interés más sagrado que nos pueda mover en la vida; sin esto, seguiremos deshumanizándonos y generando falsos desarrollos y civilizaciones. Poner el valor de la persona como el máximo principio de nuestra vida, como lo hizo Jesús, es un reto nada fácil, ni cómodo para el hombre contemporáneo, que a veces se esconde en leyes para exigir, pero también para no compartir, para defenderse, pero también para atacar. Cada día se vuelve más escandaloso el hecho de que en las sociedades denominadas más desarrolladas, el ser humano viva más aislado, que sea menos hospitalario. Como decía Nietzsche, pobre el hombre contemporáneo que cree poderlo todo, cuando simplemente se vuelve más pequeño, cree lograrlo todo, cuando en realidad cada vez se pierde más a sí mismo.

Valorar la esencia de la persona, cada vez se hace un reto más difícil para el común del hombre actual, tan esclavo de los estatus sociales, de los esquemas tradicionales, de protocolos, de la imagen, de las modas e inercias. Bien podría decirnos Jesús, como a Martha: “muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo que una sola es necesaria” (Lc. 10, 41). Para qué violentar tanto nuestra vida, cuando Dios nos hizo libres y nos regaló la sencillez como el camino que nos acerca a Él y al hermano.

Jesús ha sido el ser más libre y quien mejor ha amado, que Él nos muestre el camino.

Pbro. Carlos Sandoval Rangel



Domingo 17 de Julio de 2016

† Alberto Cardenal Suárez Inda, Arzobispo de Morelia

El representante del Papa en un país o en un organismo internacional como la ONU tiene una doble misión.

Es un diplomático que representa al Estado del Vaticano ante un gobierno local o ante una institución. Pero principalmente el Nuncio es un pastor, de hecho tiene el rango de Arzobispo, y ejerce su ministerio al servicio de los Obispos del país como enlace y signo de comunión con el Obispo de Roma. En su persona vemos con ojos de fe a un testigo de Cristo vivo y ministro de su gracia.

¿Cómo se justifica que el Vaticano pueda ser considerado con la calidad de Estado? Con un territorio de pocas hectáreas, sin armamentos ni otros aparatos propios de un gobierno civil, tiene la ventaja de ser una autoridad moral cuya voz se hace escuchar en temas como la educación, la familia, la cultura, la justicia y la paz.

Hemos tenido en los últimos años Nuncios de distintas nacionalidades (italianos, un español, un argentino, últimamente un francés y ahora de nuevo un italiano). Esta es una señal de la catolicidad de la Iglesia.
Apenas esta semana se publicó el nombramiento que le dio el Papa Francisco al arzobispo Franco Cóppola para ejercer este cargo en nuestra patria, después de que se desempeñaba como Nuncio en la República Centro Africana.

Me permití enviarle una breve felicitación y recibí de inmediato su respuesta. Les pido a todos hagamos oración por su persona y su nueva encomienda.
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Felicitación al nuevo Nuncio Apostólico Morelia, Mich., a 9 de julio de 2016.

Excmo. Sr. Arzobispo Don Franco Coppola, Nuncio Apostólico Excelentísimo Señor Nuncio: Agradezco a Dios la designación que ha hecho el Santo Padre Francisco al nombrarlo Nuncio Apostólico de nuestra patria; me apresuro para expresarle la alegría y el aprecio en nombre de esta Arquidiócesis de Morelia, en particular de los Obispos Auxiliares y de su servidor.
Esperamos pronto darle la bienvenida a estas tierras de Santa María de Guadalupe y, apenas sea posible, su visita a esta Iglesia Particular de Morelia.

Su servidor en Cristo Jesús,
† Alberto Cardenal Suárez Inda,
Arzobispo de Morelia

Respuesta de Mons. Coppola
Señor Cardenal:

Le agradezco por el calor humano con el cual me da la bienvenida.

De antemano le confieso que me emociona tan sólo el hecho de pensar que estaré al servicio de una Iglesia tan grande y tan enraizada, tan rica de vocaciones como de santos, y, además, bendecida con la protección maternal de la Virgen de Guadalupe.

¡Me encomiendo ya desde ahora a su oración!
Con un saludo fraterno,
† Franco Coppola,
Arzobispo titular de Vinda.



XVI Domingo Ordinario Ciclo C
Gn 18,1-10; Sal 14; Col 1,24-28; Lc 10,38-42

Hospedar a Jesús

 El texto de Lucas que escuchamos hoy, bebe de la antigua tradición judía: “Hospedar al forastero”, porque en el forastero lo más probable es que estemos hospedando a Dios. Nosotros recordamos que Jesús viene de ser rechazado por los samaritanos. No lo recibieron porque iba a Jerusalén (9,53).

Las imágenes de Marta y María sirven a Lucas para mostrar las dos maneras ordinarias de seguir a Jesús: Marta representa a los seguidores de Jesús que proceden del judaísmo.

Ellos sí reciben a Jesús, pero no lo están escuchando. Procuran cumplir con muchos preceptos, al mismo tiempo que trabajar en las cosas del reino. Marta pretende arrastrar a su hermana a su actividad, dispersa, no clara en cuestiones del reino.

Ella cree que para seguir a Jesús hay que seguir con los esquemas judíos. Pretende imponer a los que no pertenecen al grupo, preocupaciones que, más que ayudar, ahogan el mensaje.

María representa a los setenta, a la comunidad más abierta de los que siguen a Jesús, a la comunidad no judía, como puede ser la samaritana.
¡Qué importante que hoy meditemos esta idea de hospedar a Jesús! Implica hospedar su Palabra y su Mensaje, e implica hacerlo desde las actitudes concretas de cercanía y familiaridad. Como Abraham o como María, a los pies de Jesús.

Nuestra hospitalidad hoy es un valor capaz de confrontar a la actual sociedad urbana, egoísta y anónima, que recibe muy poco, y menos a Dios. Nosotros queremos implicarnos en los quehaceres de hospedar, es toda una aventura. Lo podemos hacer desde las dos imágenes: tanto al modo de Marta, como al modo de María.

Intentemos estas tres actitudes:

1 - Descubramos cuándo Dios pasa

 A veces a través de las personas que no conocemos, Dios se manifiesta. Es muy difícil hoy en día ser hospitalario, pero cuando se ha escuchado bien la Palabra de Dios, se tiene claridad hasta para discernir en qué casos se puede abrir la casa y el corazón y en cuáles no.

De los acontecimientos y del encuentro con personas diferentes, podemos aprender mucho. Creo que lo primero que aprendemos es que Dios nos bendice, como a Abraham y a Sara. A veces hay que guardar la esperanza hasta un año.

2 - Comuniquemos el designio/secreto de Dios

 Que Cristo vive para todos, paganos y no. Se trata de comunicar lo que de Cristo yo llevo dentro. Al paso de los años, nuestro encuentro con Jesús en su Palabra y en la Eucaristía, nos ha llevado a vivir la experiencia de un mensaje que supera con mucho nuestras pretensiones más legítimas.

Ese es el mensaje que hay que compartir, el que nace de nuestra experiencia de haber hospedado La Palabra en nuestro corazón.
 ¿Estás bien seguro del mensaje que llevas dentro? ¿De qué secreto designio te empiezas a dar cuenta? ¿A quién recibes?

3 - Recibamos a la Persona de Jesús

 Su persona es Él y todo lo que lleva en su interior. Implica recibir su historia, sus sentimientos más profundos, lo más humano y lo más divino. Al igual que cuando aceptamos al mejor amigo y recibimos en la familiaridad toda su vida y sus proyectos.

 Recibimos a Jesús si nos acercamos a sus pies. Y si lo escuchamos. Esta es la mejor parte. Es la sola cosa importante: saber del “Reinado de Dios”.

 Recibimos a Jesús también en el servicio por la comunidad, como lo hace Marta, pero este servicio, si no presta suficiente atención a la Palabra, corre el riesgo de perderse en acciones aisladas que con construyen el Reino.




XV Domingo Ordinario Ciclo C
Dt. 30,10-14; Sal. 68; Col. 1,15-20; Lc. 10,25-37

Hacerse prójimo


 Lucas, en su Evangelio, nos presenta a Jesús que propone “El Reinado de Dios”. Es una alternativa en medio del mundo, para el mundo; pero para sus discípulos es una exigencia. Hace ocho días enviaba a sus discípulos de dos en dos, sin dinero, sin morral y sin sandalias, para hacer patente que los criterios del Reinado no son los del mundo y que los poderes de Dios no dependen de los poderes temporales.

Este Domingo, la Palabra de Dios nos llama a entender qué significa “hacerse prójimo” Este es nuestro tema. Y es muy importante porque vivimos en medio de un mundo en el que los prójimos son cada vez más escasos. La misma palabra nos va siendo extraña en medio de una cultura de masa y de individualismo en la que la persona humana y su dignidad es cada vez menos una realidad plena.
La gente del mundo, es decir la que no se ha adherido al Reinado de Dios, ve la salvación muy compleja, casi inalcanzable; es gente que vive de espiritualidades pobres que pronto tocan fondo y se acaban, por eso tienen necesidad de innovar algo misterioso, algo secreto o extraño, como queriendo encontrar las respuesta a sus grandes interrogantes. Es también gente que puede justificarlo todo, incluso la simulación, la mentira, el odio y la injusticia. Finalmente, es gente a la que le cuesta trabajo unir el culto a Dios con el amor al prójimo.

Hacerse prójimo, en estos tiempos, vale la pena. Pensemos tres ideas que nos ayuden en esta semana:

1 - Volvamos a nuestra ley interna

 A veces buscamos fuera lo que llevamos dentro, o buscamos lejos lo que tenemos tan cerca. Así nos habla Moisés en la primera lectura: los mandamientos de Dios no son solo una ley escrita en tablas, o algo lejano, están en nuestra boca y en nuestro corazón.

Cuando desviamos nuestra atención hacia una ley muerta, nos escondemos en ella para justificar nuestra falta de dominio. La fortaleza más grande de un ser humano no está en el perfecto dominio de sus actividades externas, sino en el dominio de su ley interior, en la manera en que escucha a Dios en su propia conciencia y es capaz de actuar coherentemente con los demás.

 Creo que muchas personas viven la depresión, el cansancio o el vacío, porque han dejado de exigirse a sí mismas y han dejado de traducir las riquezas que Dios ha dado en su alma a los demás.

2 - Mantengamos la consistencia de nuestra fe

Esta semana podemos reflexionar, ¿estoy siendo consistente en mi vida, en aquello que yo ofrezco a los demás, en mis convicciones y en mis proyectos? Cuando nos alejamos de Cristo, de su propuesta, todo se derrumba. Olvidamos que el mismo universo, como nos propone Pablo al escribir a los Colosenses, tiene consistencia no en su ser físico, sino en la cohesión que recibe de Cristo.
 Cristo es el Principio de todo, de la Iglesia como Nueva Humanidad, es el primero en levantarse de la muerte, el primero en amar. El hombre más consistente es aquel que se sostiene en Cristo, modelo de la creación de Dios.

3 - Hagámonos prójimos

 Hemos escuchado esa bella narración en la que Jesús responde a un jurista de su tiempo, un fariseo que para ponerlo a prueba le pregunta: ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Jesús lo remite a su propio paradigma, a esa oración cotidiana del Shemà, ¡Escucha Israel…! Que no es malo, pero no está siendo bien leído. El fariseo, con toda su sabiduría y su lugar en la sociedad, no era capaz de hacerse prójimo.

 Nosotros también, como nuevos juristas de nuestro tiempo, podríamos estar justificando muchas cosas en nuestra vida, pero aplazando nuestra reacción a favor del que necesita de nosotros.
 En el Evangelio, como sabemos, un judío ha sido asaltado y malherido. Tres personajes lo han encontrado: un sacerdote, un levita y un samaritano. Pero solo uno, el samaritano, se ha movido a compasión. Jesús no le pregunta al jurista, ¿quién fue aquí el prójimo? Sino, ¿quién se hizo prójimo? Esa es la traducción más oportuna.

 Queridos hermanos, ser buen samaritano es ser capaz de amar como ama Dios, en forma personal, cuidando al caído, dejándose tocar por el dolor ajeno, involucrarse en un proceso de amor y salvar como Dios salva, desde la gratuidad. En medio de un mundo de individualismos y de justificaciones de ley, es preciso tomar la iniciativa de hacerse prójimo, es decir, cercano con cualquier hombre sin distinción. El Papa Benedicto XVI nos ha invitado en su encíclica “Dios es amor”, a hacer visible el amor de caridad.

 Si queremos empezar a ser prójimos, empecemos por actuar nuestra ley interna, desde la consistencia que da Cristo, en la práctica del amor gratuito, el amor de caridad.



XV Domingo del tiempo ordinario

“Escucha la voz del Señor, tu Dios, que te manda guardar sus mandamiento y disposiciones escritos en el libro de la ley… Estos mandamientos que te doy, no son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alance” (Dt. 30, 10-14).

Sin duda Dios siempre está a nuestro favor. No solo diseñó la hermosura de nuestra naturaleza, con sus dimensiones físicas, afectivas y espirituales; sino que también nos ofrece las mejores herramientas para vivir y vivir bien. El libro del Deuteronomio nos insiste en guardar los mandamientos, que son densas gotas de sabiduría; son líneas prácticas de acción para quien no quiere complicarse la vida y sobre todo para quien quiere vivir en plenitud. Por tanto se equivoca quien ve en los mandamientos una carga o estorbo; por el contrario, nos permiten estar bien con Dios y nutrirnos de Él; son un sustento para que la familia guarde un orden y viva sus fines más sagrados; nos permiten convivir de modo digno con los demás seres humanos y usar de modo adecuado las casas materiales.

Jamás encontraremos una legislación más sabía y adecuada que la que Dios nos ofrece en los mandamientos, pues estos respetan lo que somos y nos permiten un orden social que no lastima a nadie, sino al contrario, promueven a todos. Además, como se señala en el Evangelio, los mandamientos son un camino que nos permite alcanzar incluso la vida eterna.

Por desgracia a veces nos movemos con muchos prejuicios respecto a ellos o los sometemos, como sucedía con los judíos, a un legalismo indebido, robándoles así su verdadero espíritu y por tanto su sentido. De ahí que sin quitar ninguno, sino reafirmando su espíritu y su esencia, Jesús los resume en el “amor a Dios y el amor al prójimo”. Además, con la parábola del buen samaritano, Jesús ofrece al amor un horizonte sin límites.

El doctor de la ley se acercó a Jesús para plantear la cuestión de la vida eterna, a lo que Jesús, además de inducirlo a la esencia de los mandamientos, lo hace redimensionar los alcances del amor: Le hace ver que el amor va más allá de los que nos son afines por la sangre, la raza, la religión, la cultura, la política y cualquier otra circunstancia. El doctor preguntó ¿quién es mi prójimo? A lo que Jesús sobre todo lo invita portarse como prójimo con todo aquel que tenga una necesidad, de la naturaleza que sea. Por eso le dice: “Ve y haz tú lo mismo”.

Sin más vueltas, no podemos responderle a Dios, si no le respondemos de modo necesario también al prójimo. Y ojalá no le respondamos, como dice el Papa Francisco, con acciones solo asistencialistas, que a veces solo sirven para tranquilizar la conciencia o para sacarnos la foto (Cfr. E. G. 180). Necesitamos responder al prójimo, necesitamos amar a Dios que late vivo en el mundo, para lo cual urgen trabajos más estructurados y comprometidos, espacios que promuevan de modo integral a las personas, que generen un ámbito social más digno, sin lo cual el trabajo por la paz, la justicia y la fraternidad son imposibles.

Los mandamientos tienen un sustento: “El amor de Dios”, así evitan toda contaminación y subjetivismo. Pero también tienen un campo de acción muy propio: el bien del prójimo, por eso generan vida nueva. Desde esos presupuestos, atrevámonos a amar sin límites.

El amor no tiene límites, porque no parte de obligaciones sociales, económicas, religiosas, raciales o culturales. Y solo el que rompe esos límites puede llegar a la vida eterna.

Pbro. Carlos Sandoval Rangel


Por Mons. Benjamín Castillo Plasencia, obispo de Celaya

El documento Amoris laetitia nos habla de la importancia de la familia, del padre y de la madre. La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares, desde la primera página, donde entra en escena la familia de Adán y Eva con su peso de violencia pero también con la fuerza de la vida que continúa, hasta la última página donde aparecen las bodas de la Esposa y del Cordero. Las dos casas que Jesús describe, construidas sobre roca o sobre arena, son expresión simbólica de tantas situaciones familiares, creadas por las libertades de sus miembros, porque, como escribía el poeta, «toda casa es un candelabro». Entremos ahora en una de esas casas, guiados por el Salmista, a través de un canto que todavía hoy se proclama tanto en la liturgia nupcial judía como en la cristiana:

«¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!
Del trabajo de tus manos comerás, serás dichoso, te irá bien.
Tu esposa, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos como brotes de olivo, alrededor de tu mesa.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén,
todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!».

Tú y tu esposa

Atravesemos entonces el umbral de esta casa serena, con su familia sentada en torno a la mesa festiva. En el centro encontramos la pareja del padre y de la madre con toda su historia de amor. En ellos se realiza aquel designio primordial que Cristo mismo evoca con intensidad: «¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer?». Y se retoma el mandato del Génesis: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».

Los dos grandiosos primeros capítulos del Génesis nos ofrecen la representación de la pareja humana en su realidad fundamental. En ese texto inicial de la Biblia brillan algunas afirmaciones decisivas. La primera, citada sintéticamente por Jesús, declara: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó». Sorprendentemente, la «imagen de Dios» tiene como paralelo explicativo precisamente a la pareja «hombre y mujer». ¿Significa esto que Dios mismo es sexuado o que con él hay una compañera divina, como creían algunas religiones antiguas? Obviamente no, porque sabemos con cuánta claridad la Biblia rechazó como idolátricas estas creencias difundidas entre los cananeos de la Tierra Santa. Se preserva la trascendencia de Dios, pero, puesto que es al mismo tiempo el Creador, la fecundidad de la pareja humana es «imagen» viva y eficaz, signo visible del acto creador.

La pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura» viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios. A esto se debe el que la narración del Génesis, siguiendo la llamada «tradición sacerdotal», esté atravesada por varias secuencias genealógicas, porque la capacidad de generar de la pareja humana es el camino por el cual se desarrolla la historia de la salvación. Bajo esta luz, la relación fecunda de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de Dios, fundamental en la visión cristiana de la Trinidad que contempla en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente. Nos iluminan las palabras de san Juan Pablo II: «Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo». La familia no es pues algo ajeno a la misma esencia divina. Este aspecto trinitario de la pareja tiene una nueva representación en la teología paulina cuando el Apóstol la relaciona con el «misterio» de la unión entre Cristo y la Iglesia.

Pero Jesús, en su reflexión sobre el matrimonio, nos remite a otra página del Génesis, el capítulo 2, donde aparece un admirable retrato de la pareja con detalles luminosos. Elijamos sólo dos. El primero es la inquietud del varón que busca «una ayuda recíproca», capaz de resolver esa soledad que le perturba y que no es aplacada por la cercanía de los animales y de todo lo creado. La expresión original hebrea nos remite a una relación directa, casi «frontal» —los ojos en los ojos— en un diálogo también tácito, porque en el amor los silencios suelen ser más elocuentes que las palabras. Es el encuentro con un rostro, con un «tú» que refleja el amor divino y es «el comienzo de la fortuna, una ayuda semejante a él y una columna de apoyo», como dice un sabio bíblico. O bien, como exclamará la mujer del Cantar de los Cantares en una estupenda profesión de amor y de donación en la reciprocidad: «Mi amado es mío y yo suya [...] Yo soy para mi amado y mi amado es para mí».

De este encuentro, que sana la soledad, surgen la generación y la familia. Este es el segundo detalle que podemos destacar: Adán, que es también el hombre de todos los tiempos y de todas las regiones de nuestro planeta, junto con su mujer, da origen a una nueva familia, como repite Jesús citando el Génesis: «Se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne». El verbo «unirse» en el original hebreo indica una estrecha sintonía, una adhesión física e interior, hasta el punto que se utiliza para describir la unión con Dios: «Mi alma está unida a ti», canta el orante. Se evoca así la unión matrimonial no solamente en su dimensión sexual y corpórea sino también en su donación voluntaria de amor. El fruto de esta unión es «ser una sola carne», sea en el abrazo físico, sea en la unión de los corazones y de las vidas y, quizás, en el hijo que nacerá de los dos, el cual llevará en sí, uniéndolas no sólo genéticamente sino también espiritualmente, las dos «carnes».

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