Artículos por "El Hermano Asno"
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Por El Hermano Asno, de la Orden Franciscana Seglar. Fraternidad de la Purísima Concepción de Celaya.

Cada vez que reviso mi historia familiar, encuentro la presencia de algún antepasado mío en escenas de la historia de la Iglesia Católica, como ya en algunos otros espacios he narrado aquí. La novedad para mí es saber -porque no lo sabía, burro al fin- que las mulas también son parte de mi parentela.

Mi mamá, la hermana Asna me explicaba que el amor no tiene fronteras y en alguna ocasión un tío bisabuelo mío, Asnaldo, se casó con una yegua fina y de esta unión salió una especie medio rara que los arrieros conocen como mula.

Fue precisamente una de estas criaturas, quien se vio involucrada en un hecho trascendental e histórico, aparte de que se les señala como seres que tienen fuerza y capacidad para cargar y las que hicieron posible el transporte de mercancías a todo lo largo y ancho de la Nueva España y otras partes del mundo.

Bueno, el asunto a tratar aqui no es la capacidad de flete de las mulas, sino que precisamente por llevar en la sangre parte de nuestra burrez, también llevan el amor por y de Cristo en su corazón, mitad jumento mitad caballo.

Prueba de ello es esto: las que mejor saben ponerse de rodillas frente a Cristo, son precisamente las mulas. Esa es una de las gracias que tienen estos parientes. Mientras que nosotros, los burros tuvimos la dicha de cargar en el lomo al Rey de Reyes, Jesucristo Señor Nuestro, las mulas son todavía más humildes: se ponen de rodillas ante Él y lo adoran. Dios nos conceda a todos tener la humildad de una mula para saber ponernos de rodillas cuando pasa frente a nosotros la Sagrada Eucaristía o a la hora de la conagración durante la Santa Misa, ya que Él esta ahí, con su presencia viva, patente, real, del cuerpo, alma y divinidad de Cristo, el único y verdadero Rey y Maestro de este cabezón mundo que pareciera quererse alejar más del Señor, quien todos los días toca a nuestro corazón.

Fue precisamente una mula, la que le demostró a un hombre rico y a un pueblo de Italia, que antes de comer, primero está Dios y que antes de sentarse a disfrutar los alimentos, primero hay que rezar y dar gracias a Dios. Aclaro que las mulas no se sientan, se echan, y para comer lo hacen paradas en cuatro patas, así como yo.

Fundamento esto, como hermano franciscano que soy, con lo siguiente. No podía dejar pasar ante la Fiesta del Cuerpo de Cristo y el inicio del mes del Sagrado Corazón de Jesús un hecho que le tocó vivir a un hermano fraile nuestro: San Antonio de Padua y a una parienta italiana mía, y que se vieron involucrados para desengañar a aquellos que se expresan tan despectivamente de la Hostia consagrada llamandola de las más irreverentes maneras y burlándose de lo más valioso y sagrado que tenemos los cristianos católicos, la Sagrada Eucaristía.

La labor de San Antonio de Padua

En la biografía de nuestro hermano San Antonio de Padua, conocida como La Asidua, se cita la conversión de un hereje cátaro a raíz del milagro eucarístico en el que se ve involucrado el Doctor Evangelico, como es conocido este taumaturgo santo, acaecido en la ciudad de Rimini.

La Asidua narra lo siguiente: "Como dice el Señor, no puede permanecer escondida una ciudad edificada sobre un monte. Y así, no mucho tiempo después, informado el ministro provincial de cuanto había acaecido, fue obligado Antonio a interrumpir la paz del silencio y a salir al público. El amante del retiro es enviado con la imposición del oficio de la predicación, y su boca, largamente cerrada, se abre para anunciar la gloria de Dios".

"Apoyado en la autoridad de quien lo enviaba, tanto empeño puso en el desempeño de su misión de evangelizar, que llegó a merecer el nombre de evangelista, por su ingente actividad. Lo mismo visitaba villas que castillos, las aldeas que los campos; a todos esparcía la semilla de la vida con tantísima abundancia como fervor".

"Discurriendo sin tomarse ningún reposo por el celo de las ánimas, aconteció que por voluntad del cielo llegó a la ciudad de Rímini. Viendo allí que a muchos tenía engañados la maldad de los herejes, convocada presto toda la población, comenzó a predicar con fervor de espíritu; y el que no había aprendido las sutilezas de los filósofos, confutó con razonamientos más claros que la luz del sol las sofisticadas opiniones de los herejes. Tan hondas raíces echaron en los corazones de los oyentes su vigorosa palabra y la doctrina saludable, que, eliminada la impureza del error, no pequeña masa de creyentes se adhirió fielmente al Señor".

"Entre estos convirtió el Señor al camino de la verdad, por medio de su siervo Antonio, a un heresiarca llamado Bonovillo a quien desde hacía treinta años tenía envuelto en sus redes el error de la infidelidad. El cual, aceptada la penitencia, obedeció sinceramente hasta el fin de sus días a los mandatos de la Santa Iglesia de Roma".

Año de 1227: El milagro eucarístico de Rimini, San Antonio de Padua y la mula

Este milagro eucarístico fue obrado directamente por San Antonio de Padua, luego de haber sido  desafiado, por un cierto Bonovillo, en la demostración clara sobre la verdad de la real presencia de Jesús en la Eucaristía. La más antigua biografía de San Antonio, La Asidua, trae las palabras exactas con las cuales Bonovillo desafió al Santo: “¡Fraile! Te lo digo delante de todos: creeré en la Eucaristía si mi mula, teniéndola tres días en ayuno, comerá la Hostia que le ofrecerás tú y no la cebada que le daré yo”.

El milagro:

Este episodio está citado también en la Benignitas, obra considerada una de las fuentes más antiguas de la vida de San Antonio: “Este Santo hombre discutía con un hereje que estaba contra el sacramento de la Eucaristía y a quien el Santo lo había casi conducido hacia la fe católica. Pero este hereje, después de varios y numerosos argumentos declaró: si tú, Antonio, logras demostrarme con un prodigio que en la Comunión está realmente el Cuerpo de Cristo, entonces yo, después de haber renunciado totalmente a la herejía, me convertiré inmediatamente a la fe católica. ¿Por qué no hacemos una apuesta? Tendré encerrada por tres días una de mis bestias y le haré sentir el tormento del hambre. Luego de tres días, la traeré aquí, delante del público y le enseñaré un alimento preparado.  Tú estarás al frente con aquello que tú consideras el Cuerpo de Cristo. Si la bestia, despreciando el forraje se apresura a adorar a tu Dios, yo me convertiré a la fe de tu Iglesia”.

San Antonio, iluminado e inspirado desde lo alto, aceptó el desafío. La cita fue fijada en la Plaza Grande (la actual plaza Tres Mártires). En el día indicado se reunió una gran muchedumbre de curiosos. A la hora indicada, los protagonistas de la singular apuesta se presentaron en la plaza, seguidos cada uno por sus simpatizantes. San Antonio por los fieles católicos, Bonovillo (el nombre del hereje cátaro) de sus aliados en el escepticismo.

El Santo se presentó teniendo entre las manos la Hostia consagrada, depositada en una Custodia; y el hereje teniendo entre manos las riendas de la mula hambrienta. El Santo de los Milagros, después de haber pedido y obtenido el silencio, se dirigió a la mula con estas palabras: “en virtud y en el nombre de tu Creador, que yo siendo indigno, lo tengo en mis manos, te digo y te ordeno: avanza con prontitud y rinde honores al Señor con el debido respeto, para que así los malvados y los herejes comprendan que todas las creaturas deben humillarse delante de su Creador, a quien los sacerdotes tienen en sus manos en el altar”.

Inmediatamente, el animal, rechazando el alimento del patrón, se acercó dócilmente hacia el religioso, dobló las patas delanteras ante la Hostia y permaneció así, reverentemente. Antonio no se había engañado en juzgar la lealtad de su adversario quien se arrojó a sus pies abjurando públicamente sus errores. Desde ese día se convirtió en uno de los cooperadores más activos del Santo taumaturgo.

Tras leer esto viene a mi ásnica memoria el recuerdo de mi párroco, el que celebra misa en El Burral, cuando me dice que me arrodille a la hora de la Consagración y que pudiendo no lo hago y reflexiono: Una mula, con toda su irracionalidad, hace más caso que un burro.

En la ciudad de Rimini, aún hoy es posible visitar la iglesia erigida en honor al Milagro Eucarístico obrado por San Antonio de Padua en el año 1227.

¿Quiénes eran los cátaros?

Se les llamaba así por su raíz griega kataros, que significa "puros". Era un grupos de herejes (llamados también albingenses por Albi, su ciudad de origen) que aparecieron en el siglo XII. Tenían creencias maniqueas: un dualismo filosófico, en el que hay dos principios, dos dioses creadores: uno bueno y otro malo.

Creían que el espíritu fue creado por la deidad buena mientras que la materia, incluso el cuerpo humano, fue creado por la deidad mala (el demonio) el cual tiene dominio sobre ella. Sostenían además que la deidad buena envió a Jesucristo como criatura para liberar nuestras almas del cuerpo. Creen que Jesús es un ángel y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico. Sus actitudes muchas veces fueron violentas y generadoras de enfrentamientos.

En conclusión: de ahora en adelante cada vez que vaya a la Santa Misa y se dé la Consagración o pase frente a mi una procesión con el Santísimo Sacramento, me arrodillaré ante la Sagrada Eucaristía como una humilde mula y evitaré quedarme parado como un burro.


Por el Hermano Asno OFS, Fraternidad de la Purísima Concepción de Celaya

La afirmación es clara y directa. Los asnos en verdad que no sabemos lo que es el pudor. Pregúntenle a cualquier arriero que tenga su casita en el rancho o en el monte y que tenga una buena cantidad de burros y les dirá qué tanta pudorosa vergüenza tiene un burro. Es más, a mí me preguntaron en una ocasión, cuando llevaba una pesada carga de leña, si sabía que era es el pudor y entre rebuzno y rebuzno, les dije que no. Y es que el pudor se aplica a los seres humanos, no a los burros. Sin embargo, no me quise quedar con la duda y de inmediato acudí con el señor cura que celebra misa en mi pueblo actual, El Burral, allá rumbo al norte de Guanajuato.

De inmediato le suelto mi duda: "Padre, ¿los burros tenemos pudor?" y le veo que no se aguanta las ganas de soltar la carcajada. Toma aire y me dice: "Hermanito Asno, en la antigua Grecia, entre los años 384 y 322 antes de Cristo, existió un filósofo llamado Aristóteles y escribió una obra que se llamó 'Moral a Nicómaco'. En su libro Cuarto, en el Capítulo IX habla 'Del pudor y de la vergüenza' y explica que se puede definir al pudor diciendo, que es una especie de miedo a la deshonra. Sus consecuencias se aproximan mucho a las que produce el temor que asalta a la vista de un peligro. Los que se sienten con vergüenza, se ruborizan luego; como los que tienen miedo a la muerte se ponen instantáneamente pálidos".

Prosigue el padre citando al tal Aristóteles: "Esta afección misma de la vergüenza o pudor no cuadra a todas las edades; tiene su asiento natural en la juventud. Si en nuestra opinión es bueno que los corazones jóvenes sean muy susceptibles de esta afección, es porque viviendo entregados casi exclusivamente a la pasión, están expuestos a cometer muchas faltas y el pudor les puede ahorrar muchas. Alabamos entre los jóvenes a los que son tímidos y pundonorosos; pero no puede alabarse esta timidez en un anciano; porque no creemos que un anciano pueda hacer jamás cosa de que tenga que avergonzarse. La vergüenza nunca se da en el hombre de corazón completamente recto, puesto que aquella se produce como resultado de las malas acciones, y un hombre de bien jamás debe cometerlas. Poco importa por otra parte que las cosas sean vergonzosas verdaderamente, o que lo sean en la opinión; ni unas ni otras deben hacerse, y entonces debe estarse seguro de no tener nada de qué avergonzarse. Una cosa vergonzosa sólo un corazón viciado es capaz de hacerla. Pero si alguno que por naturaleza es capaz de cometer un acto de este género, cree que sólo por el hecho de ruborizarse de ello es ya un hombre de bien, incurre en un gran absurdo. La vergüenza sólo se aplica a los actos voluntarios, y el hombre de bien nunca hará voluntariamente una acción vergonzosa. Convengo, por otra parte, en que bajo cierto punto de vista no puede concebirse el pudor sin un principio de honradez. Si se comete tal o cual falta, será muy bueno avergonzarse por ello; pero esto nada tiene de común con las virtudes verdaderas". 

"Ciertamente la impudencia, que no conoce el pudor, es un vicio; y el que no se ruboriza del mal que hace, es un miserable; pero no se hace más hombre de bien sólo por ruborizarse después de haber cometido cosas tan culpables".

Me quedo pensando ante las palabras del padre y llegué a la conclusión que efectivamente los burros -y las burras- no tenemos ni pudor y menos vergüenza.

Algunos medios de comunicación, promotores de la deshonestidad y sin principios de honradez.

Hablar del pudor en estos tiempos, desgraciadamente es como hablar utilizando una lengua muerta, un idioma antiguo, un código encriptado. Si usted pregunta en la calle a una persona, a una jovencita, a un jovencito y hasta una persona madura sobre qué es el pudor, quizá le deje ver a través de sus ojos el desconocimiento pleno de algo que por la falta de uso es lo que ha provocado el desorden sexual, el desorden en el vestir, en el hablar, en el mirar, en el comportamiento diario y que es en cierta medida y aunque usted no lo crea, la causa de acoso sexual.

Cuando se habla de pudor, algunas personas que nos autocalificamos de "amplio criterio" inmediata y despectivamente utilizamos la palabra "moralina", con la sensación de que nos duele escuchar que nos recuerda la vergüenza de haber cometido más de una inmoralidad.

La pureza exige el pudor. Este es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas.

El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción.

Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.

Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana.

La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y las imágenes indecorosas.

Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una concepción errónea de la libertad humana; para llegar a su madurez, esta necesita dejarse educar previamente por la ley moral. Conviene pedir a los responsables de la educación que impartan a la juventud una enseñanza respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad moral y espiritual del hombre.

El pudor sobrevive

Por andar a la moda, algunas de nuestras jóvenes, educadas en el valor del pudor, se sienten molestas con prendas que exhiben su cuerpo. Las vemos bajarse pudorosamente la playera ombliguera, arreglarse la falda, cubrir su escote con un suéter. Las más decididas se liberan de la moda y usan ropa cómoda que les permita no ser objeto sexual para los mirones que las rodean, faltándoles al respeto con la imaginación. El recato no está reñido con el buen gusto y hasta con esa cierta coquetería que es esencial en la mujer.

¡Todavía hay pudor!

El pudor se aprende en el hogar. El pudor también es un valor que se debe enseñar a los niños, no sólo a las niñas. Se basa en el respeto a la dignidad del cuerpo y en el derecho a la intimidad. Los papás deben procurar que, tanto los hijos como las hijas, tengan la privacidad que necesitan, aunque esto sea muy difícil en los departamentitos modernos. La falta de privacidad propicia el abuso sexual.

Cuando todavía son los papás quienes eligen la ropa de sus hijos, procuren no disfrazarlos de adultos ni ponerles ropa provocativa, aunque esté de moda.

Cuando son los hijos quienes eligen su ropa, no permitan que vistan inmoralmente y explíquenles por qué no son buenas ciertas modas.

Fórmenlos en el aprecio de su cuerpo y en la preparación para el amor verdadero.

Sin embargo, presentar el cuerpo como algo malo o vergonzoso hará de sus hijos personas tímidas que no se sentirán bien al usar un traje de baño o un uniforme deportivo, y les causarán traumas muy difíciles de superar en su vida de esposos.

Si quieres evitar una agresión sexual...

No uses ropa provocativa...
-Cuida tus miradas y tus gestos...
-No te quedes sola con un hombre, aunque sea conocido...
-No permitas familiaridades de tus amigos o parientes...
-No admitas pláticas o chistes picantes...
-Busca ayuda cuando sospeches una mala intención...

Si quieres vivir el pudor
-Evita la pornografía.
-Evita las lecturas y programas de televisión indecentes e inmorales.
-Evita caer en las falsas enseñanzas del homosexualismo y el lesbianismo.

El pudor evita que el hombre y la mujer sean reducidos a objetos

El pudor es un mecanismo instintivo, propio de la castidad, que protege con la vergüenza la intimidad sexual. Evita todo tipo de excesos y peligros morales en materia sexual.

Es un muro protector de la pureza que ayuda a evitar excesos y peligros morales de todo tipo en materia sexual. Aunque el pudor es instintivo, también es necesario aprender ya desde pequeños para que se sepa apreciar y guiar correctamente.

El pudor protege la propia intimidad. No es casto el que trata de ignorar lo sexual sino el que comprende su propósito en los designios de Dios. El pudor es propio de la persona humana. Los animales no tienen pudor. Por eso hacen en público sus funciones más íntimas.

"Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana".

El pudor no indica miedo irracional a exponer el cuerpo. Supone mas bien respeto a lo más personal del hombre.

El pudor se expresa en: la casa, el vestido y el lenguaje. La casa es un lugar íntimo. Hay tiempos para compartir con otros, pero también hay tiempos para que la familia este reunida a solas para compartir desde el corazón con la confianza que no es propia tener con todo el mundo.

El vestido. Se cubren las partes más íntimas, que no se comparten con cualquiera. Quien ama respeta y busca que se respete la intimidad. De ahí el celo que muestra el marido o el novio por la decencia en el vestir de su esposa o de su novia.

Pudor no es miedo al cuerpo desnudo, sino respeto a su gran dignidad. Da libertad para no ser dominado por la lujuria y protege también al prójimo. Protegerse de la mirada intrusa. Salvaguarda el sexo del uso posesivo de los demás. No permite ser reducido a un objeto. Palpar algo es, en cierta medida, un acto de posesión. Ver es como tocar a distancia. Ofrecer a la mirada ajena las partes íntimas del cuerpo supone dejarse poseer en lo que tiene uno de más íntimo. Toda exhibición sugiere un acto de entrega. Hacerlo en público se asemeja a la prostitución.

El lenguaje. El pudor no permite expresarse para hacer «de dominio público» sus estados afectivos ni sus debilidades ante la tentación. Evita aquellos aspectos de vulgaridad, chabacanería y desorden que acompañan a ciertas expresiones sexuales.

Para el cristiano, el cuerpo es templo del Espíritu Santo.

San Pablo de Tarso les recuerda a los habitantes de Corinto que "el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!".

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