Jacob cuenta que en su vida pastoral alcanzó a ver “un antes y un después” luego de haber estudiado la maestría. Comparte que hubo una materia en específico, “Desarrollo Humano Integral y Misión”, que fue clave porque le ayudó a pulir el sentido humano desde una mirada de fe y misericordia para con los demás y consigo mismo. Según Jacob, lo que diferencia la maestría en Innovación Pastoral de UPAEP de otros programas similares en el mundo, es “el área destinada a los proyectos de transformación social desde el Evangelio para los menos favorecidos en el sistema socioeconómico y político”.
Además de la Maestría en Innovación Pastoral, UPAEP cuenta con otro sinnúmero de prestigiosos programas para la formación de laicos y religiosos de todo el mundo vía UPAEP Online. Entre los programas de posgrado que nos llamaron la atención, se encuentra también la Maestría en Ciencias para la Familia, un programa precioso cuyos egresados estudian por amor a nuestras familias, haciendo hincapié en el impacto social de la familia como núcleo de la sociedad desde el punto de vista antropológico.
Tanto laicos como religiosos pueden beneficiarse de los posgrados de UPAEP para llevar a cabo su misión en servicio a la Iglesia y en su comunidad. Otro hermoso testimonio lo comparte el Padre Valentín López Figueroa, Rector de la Catedral de Texcoco, quien se ha convertido en el primer graduado de la Maestría en Bienes Culturales de Origen Eclesiástico, gracias a UPAEP Online.
Las palabras del Padre Valentín en el video que verán a continuación son un testimonio conmovedor de la necesidad de formarse en Bienes Culturales de Origen Eclesiástico: “Tenemos una herencia incalculable de bienes culturales y religiosos que, si no son cuidados y preservados, se perderán para siempre, esto debido a la apatía, al olvido, a la ignorancia. Quisiera pedir a los directores de seminarios y casas de formación, que por favor incluyan la materia de bienes culturales de origen eclesiástico no como una materia optativa, sino como una materia dentro de la currícula obligatoria.”
Si te sientes llamado o llamada a incursionar en alguno de estos posgrados, puedes conocer mas acerca de cada programa y el proceso de admisión haciendo clic en los siguientes enlaces:
Maestría en Innovación Pastoral
Maestría en Ciencias para la Familia
Maestría en Bienes Culturales de Origen Eclesiástico
“Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.” 1 Tesalonicenses 5:11
El papa Francisco invitó a dar prioridad al cuidado de los pacientes enfermos durante la pandemia de coronavirus, antes que hacer cálculos o ahorrar para mantener la economía. En especial, hizo un llamado a servir y atender a los más pobres y vulnerables. En este sentido recordó los contagios en Amazonía e instó a ayudar a las poblaciones más afectadas.
A las 12 del mediodía de hoy, solemnidad de Pentecostés, el papa Francisco se asomó desde la ventana de estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Regina Caeli con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
Después del rezo mariano, sostuvo: “Hace siete meses terminó el Sínodo del Amazonas; hoy, la fiesta de Pentecostés, invocamos a la Espíritu Santo para dar luz y fuerza a la Iglesia y a la sociedad en el Amazonas, duramente probada por la pandemia. Muchos son los infectados y los muertos, incluso entre los pueblos indígenas, que son particularmente vulnerables.
Por la intercesión de María, Madre del Amazonas, rezo por los más pobres e indefensos de esa querida región, pero también por los de todo el mundo, y pido que a nadie le falte atención sanitaria”.
Sucesivamente, invitó a que la salud sea un valor universal y no un cálculo económico. “Curar las personas, no ahorrar por la economía, curar a las personas que son más importantes que la economía. ¡Nosotros, personas, somos templo del Espíritu Santo la economía no!”.
Las palabras del Papa tiene como contexto las cifras mundiales del coronavirus: más de seis millones de casos, 2,5 millones la de los recuperados y más de 368 mil los muertos en todo el mundo.
En este sentido, Francisco renovó su gratitud al personal sanitario y voluntario que en Italia y en el mundo se ha dedicado a “curar el prójimo”. “Renuevo mi agradecimiento a todos aquellos que, especialmente durante este período, han ofrecido y ofrecen su testimonio de atención a los demás”.
“Recuerdo con gratitud y admiración a todos aquellos que apoyando a los enfermos en esta pandemia han dado su vida; recemos en silencio por los médicos, los enfermeros, los voluntarios, y todos los operadores sanitarios y los que han donado su vida en este periodo”.
Hasta la fecha, el país con más contagios (1,7 millones) y más fallecidos es Estados Unidos (más de 103.000), a pesar de que el virus ahora se extiende con celeridad en Brasil (498.000 contagios) y Rusia (405.000 afectados).
“Les deseo a todos un buen domingo de Pentecostés. ¡Necesitamos tanto la luz y el poder del Espíritu Santo! La Iglesia lo necesita, para caminar juntos y con coraje en el testimonio del Evangelio. Y toda la familia humana lo necesita, para salir de esta crisis más unida y no más dividida”, afirmó el Papa.
“Ustedes saben que de una crisis como esta no se sale iguales, como antes, se sale o mejores o peores, tengamos la valentía de cambiar, de ser mejores que antes y poder construir positivamente la pos crisis de la pandemia”. “Por favor, no te olvides de rezar por mí. Que tengas un buen almuerzo y adiós”, concluyó.
“Nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que es cada uno de nosotros. Por esta razón, necesitamos el Espíritu Santo, don de Dios que nos cura del narcisismo (el dios espejo), del victimismo y del pesimismo”.
En el día en que la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, el Pontífice rezó: “Espíritu Santo, memoria de Dios, reaviva en nosotros el recuerdo del don recibido. Líbranos de la parálisis del egoísmo y enciende en nosotros el deseo de servir, de hacer el bien. Porque peor que esta crisis, es solamente el drama de desaprovecharla, encerrándonos en nosotros mismos”.
En su homilía, indicó: “Ven, Espíritu Santo, Tú que eres armonía, haznos constructores de unidad; Tú que siempre te das, concédenos la valentía de salir de nosotros mismos, de amarnos y ayudarnos, para llegar a ser una sola familia”.
El Papa invitó a la unidad en la diversidad pues, afirmó “El mundo nos ve de derechas y de izquierdas; el Espíritu nos ve del Padre y de Jesús. El mundo ve conservadores y progresistas; el Espíritu ve hijos de Dios”.
“El Espíritu Santo es la unidad que reúne a la diversidad; y que la Iglesia nació así: nosotros, diversos, unidos por el Espíritu Santo”.Además, sostuvo que el Espíritu no quería una Iglesia en grupos cerrados para “hacer el nido”.
“El Espíritu no quería que la memoria del Maestro se cultivara en grupos cerrados, en cenáculos donde se toma gusto a “hacer el nido”. Esta es una fea enfermedad que puede venir a la Iglesia. La Iglesia no comunidad, no familia, no madre, sino nido”.
El Papa aseguró que el secreto de la unidad, el secreto del Espíritu, es el don. “Porque Él es don, vive donándose a sí mismo y de esta manera nos mantiene unidos, haciéndonos partícipes del mismo don”.
“Es importante creer que Dios es don, que no actúa tomando, sino dando. ¿Por qué es importante? Porque nuestra forma de ser creyentes depende de cómo entendemos a Dios.
Si tenemos en mente a un Dios que arrebata y se impone, también nosotros quisiéramos arrebatar e imponernos: ocupando espacios, reclamando relevancia, buscando poder. Pero si tenemos en el corazón a un Dios que es don, todo cambia.
Si nos damos cuenta de que lo que somos es un don suyo, gratuito e inmerecido, entonces también a nosotros nos gustaría hacer de nuestra vida un don. Y así, amando humildemente, sirviendo gratuitamente y con alegría, daremos al mundo la verdadera imagen de Dios.
El Espíritu, memoria viviente de la Iglesia, nos recuerda que nacimos de un don y que crecemos dándonos; no preservándonos, sino entregándonos sin reservas”.
El Papa explicó que que existen tres ídolos, enemigos de la unidad en la Iglesia: “el ídolo narcisista del espejo, el dios espejo, el dios lamentoso, yo me siento persona en los lamentos, el dios negatividad, todo es negro, oscuro”.
En este sentido, exhortó: “Examinemos nuestro corazón y preguntémonos qué es lo que nos impide darnos. Tres son los enemigos del don, siempre agazapados en la puerta del corazón: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo”.
Narcisismo
El narcisismo, que lleva a la idolatría de sí mismo y a buscar sólo el propio beneficio. El narcisista piensa: “La vida es buena si obtengo ventajas”. Y así llega a decirse: “¿Por qué tendría que darme a los demás?”. En esta pandemia, cuánto duele el narcisismo, el preocuparse de las propias necesidades, indiferente a las de los demás, el no admitir las propias fragilidades y errores.
Victimismo
Pero también el segundo enemigo, el victimismo, es peligroso. El victimista está siempre quejándose de los demás: “Nadie me entiende, nadie me ayuda, nadie me ama, ¡están todos contra mí!”. Y su corazón se cierra, mientras se pregunta: “¿Por qué los demás no se donan a mí?”. En el drama que vivimos, ¡qué grave es el victimismo! Pensar que no hay nadie que nos entienda y sienta lo que vivimos.
Pesimismo
Por último, está el pesimismo. Aquí la letanía diaria es: “Todo está mal, la sociedad, la política, la Iglesia…”. El pesimista arremete contra el mundo entero, pero permanece apático y piensa: “Mientras tanto, ¿de qué sirve darse? Es inútil”. Y así, en el gran esfuerzo que supone comenzar de nuevo, qué dañino es el pesimismo, ver todo negro y repetir que nada volverá a ser como antes. Cuando se piensa así, lo que seguramente no regresa es la esperanza.
Respetando la distancia social de un metro y medio y usando el tapabocas, cerca de 50 fieles estuvieron presentes en la celebración, junto con el cardenal Comastri y el arzobispo Lanzani, respectivamente arcipreste y delegado de la basílica.
La procesión inicial tuvo lugar como en las celebraciones de la Semana Santa, pasando del lado del “Altar de San José”. Antes del Aleluya, se cantaron odas al Espíritu Santo.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.
Esa paradoja es la que está detrás de las protestas generales que se han sucedido en las últimas horas –de Nueva York a Los Ángeles, de costa a cosa y de frontera a frontera—por la muerte del afroamericano George Floyd, producida por un oficial de la policía de Minneapolis, tras encajarle la rodilla en el cuello por más de ocho minutos, haciéndolo sospechoso de una falsificación de un billete de veinte dólares.
La gran marcha de Martin Luther King Jr. a Washington en 1963, fue el inició de la ruptura de las cadenas que aherrojaban a los negros en la sociedad estadounidense. Pero, a diferencia de los blancos entre quienes cincuenta de cada cien están dispuestos a reconocer que desde entonces Estados Unidos ha progresado mucho en la igualdad racial, solo 42 de cada cien afroamericanos opina positivamente al respecto.
En 2013, al cumplirse, justamente, el cincuenta aniversario de la marcha de King Jr. a Washington, se fundó un movimiento que ha dado continuidad y justificación a las protestas en contra de los excesos de fuerza letal de la policía blanca en contra de ciudadanos negros: “Black Lives Matter” (”Las vidas de los negros importa”).
Creado en respuesta a la absolución del asesino de Trayvon Martin, “Black Lives Matter” se define como una organización global con sede en Estados Unidos y operaciones tanto en ese país como en Canadá y Reino Unido, cuya misión es “erradicar la supremacía blanca y construir el poder local para intervenir en la violencia infligida en las comunidades negras” tanto por los estados como por la policía.
Las manifestaciones de este fin de semana llevan, en parte, la bandera del movimiento, pero, también, la ira acumulada por muchos actos previos de violencia policiaca. En otras palabras, la brutalidad del crimen de George Floyd por el agente Derek Chauvin, no es solo el enfrentamiento contra la policía de Minneapolis, sino que también pone de manifiesto “las realidades raciales y las amplias batallas contra la intolerancia que han existido durante mucho tiempo en Estados Unidos”, según un despacho de CNN en Español.
Estas tres frases son las que han dominado las manifestaciones violentas que se han suscitado en Estados Unidos, tras la difusión del video tomado por una joven negra que pasaba por el lugar donde Floyd fue aprehendido y sojuzgado por cuatro agentes de la policía de Minneapolis. Hacen referencia a este acto de fuerza policiaca letal y a otras manifestaciones recientes y del pasado.
La lista es muy grande. Basta señalar los disturbios de 2015 en Baltimore después de que Freddie Gray, de 25 años, muriera bajo custodia policial o los disturbios de 1992 en Los Ángeles tras el disparo mortal contra Latasha Harlins, de 15 años, y la absolución inicial de los agentes involucrados en la brutal paliza a Rodney King, de 25 años; a los disturbios de 1965 en Watts luego de una disputa entre un conductor negro y un policía blanco. La lista es muy grande. Y muy grave.
Reduciendo el conflicto a la víctima y el policía, podría verse esta enorme diferencia racial. George Floyd, de 46 años, vivía en St. Louis Park, Minnesota, y trabajó como guardia de seguridad en un restaurante de Minneapolis por cinco años. Debido a la pandemia de COVID-19 había perdido su empleo. Derek Chauvin, de 44 años, es policía desde 2001. Tiene tras de sí, 18 quejas por su comportamiento y estuvo involucrado en tres tiroteos, uno de ellos con víctimas mortales.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) ha emitido, inmediatamente después del crimen de Floyd, una declaración firmada por los siete presidentes de los comités que componen este organismo en la que trasmiten el sentir de la Iglesia católica: “Estamos destrozados, asqueados e indignados al ver otro video de un hombre afroamericano asesinado ante nuestros propios ojos”.
Conscientes de la oleada de protestas que están incendiando un país que –por el otro lado—enfrenta la pandemia del coronavirus, los obispos dicen en su comunicado que “lo que es más asombroso es que esto está sucediendo a pocas semanas de varios otros sucesos similares. Esta es la última llamada de atención que necesita ser respondida por cada uno de nosotros en un espíritu de conversión decidido”.
“No podemos hacer la vista gorda ante estas atrocidades y profesar respeto por toda la vida humana”, afirma el comunicado de la USCCB. El racismo en Estados Unidos, desgraciadamente, “no es una cosa del pasado o simplemente una cuestión política desechable que se prohíba cuando convenga. Es un peligro real y presente que debe ser enfrentado de frente”. No con la indiferencia o con las redes sociales, sino, como lo señala la Carta Pastoral sobre el Racismo de la USCCB de 2018: abriendo de par en par los corazones a la “perdurable llamada del amor”.
“En los textos, al hospital se le llama más a menudo Saint-James que Saint-Jacques, según una grafía derivada del gascón Jacmes”, contaba hace unos años Samuel Drapeau, doctor en historia del arte medieval. Como la mayoría de hospitales de la periferia bordelesa y de Landas, este priorato-hospital fue fundado “para acoger a los peregrinos, pero también para pobres y mujeres encintas”. “Es Guillermo IX, llamado ‘el primer Trovador’, abuelo de Leonor de Aquitania, quien se encuentra en el origen de este edificio”, explica a Aleteia Guilhem Pépin, historiador medievalista titulado por la Universidad de Oxford y fundador del Colectivo 1120 – Salvemos la iglesia de Saint-Jacques de Burdeos, que intenta incluir el edificio en la clasificación de monumentos históricos franceses. “Era un hospital autónomo que dependía de la catedral con un prior y frailes”, detalla el historiador. “Se ocupaban de acoger a los peregrinos, alimentarlos, curarlos y, llegado el caso, de enterrarlos en su cementerio”.
En la segunda mitad del siglo XVI, los jesuitas tomaron el relevo. “En esta época, el número de peregrinos caía en picado”, explica Guilhem Pépin. “Y, por consiguiente, también el de donaciones”. Estando el hospital en bancarrota, los jesuitas se instalaron en él. Aunque continuaron en este lado de la calle con la acogida de peregrinos, por el otro crearon una escuela “que se ha convertido hoy en día en el liceo Montaigne”.
“¡Sin duda se trata del conjunto medieval más desconocido de la ciudad!”
Sin embargo, en un nuevo vuelco histórico, en los años 1760, Luis XV expulsó a los jesuitas de Francia y sus bienes fueron confiscados. “El edificio fue vendido a particulares antes de la Revolución francesa. No se sabe gran cosa además de que la iglesia fue transformada en un momento dado en teatro”, reanuda el historiador. “Una fotografía tomada a finales de los años 1970 nos permite pensar que en aquel momento se transformó en garaje”. En 2001, la bóveda del coro se derrumbó a causa de una viga de la techumbre, arrojando al suelo una estatua policromada de Santiago que data del siglo XV. “Por fortuna, resultó poco dañada”, suspira Guilhem Pépin. Sin embargo, se siente la urgencia de preservar este lugar cargado de historia.
Fue hace dos o tres años cuando él mismo se interesó realmente por el edificio. “¡Sin duda se trata del conjunto medieval más desconocido de la ciudad!”, exclama. “Y ni siquiera está clasificado, lo que quiere decir que puede desaparecer de un día para otro”. Para preservar este patrimonio, Guilhem Pépin organizó hace unas semanas un colectivo para dar a conocer este pequeño tesoro. “Burdeos ya está inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco dentro de los caminos de Santiago de Compostela gracias a tres iglesias vinculadas a esta peregrinación, pero la paradoja es que la iglesia más significativa de esta peregrinación no está incluida. Este edificio es un testimonio privilegiado de la historia de Burdeos y, sobre todo, de la historia de sus gentes”.
Súbitamente llega Pentecostés y todo cambia:
“De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”.
Me impresiona ese momento de cambio. Todo se rompe, el silencio, las puertas, la paz. Y entra el fuego. Y todo cambia en ellos. Comienzan a hablar una lengua que todos entienden:
“Todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios”.
Hablan un lenguaje comprensible. Antes hablaba cada uno el suyo. Creo que la comunión pasa por hablar todos un idioma común. Un idioma que todos entienden.
Sucede cuando me pongo en el corazón del otro y hago mías sus inquietudes. Es el signo de la unidad y también el signo de la paz.
Normalmente las lenguas diferentes dividen, alejan, separan. Babel es expresión de esos pueblos que no logran ponerse de acuerdo. No hablan un idioma que los une. Cada uno el suyo.
Me impresiona cuando oigo discusiones en las que cada uno defiende su postura sin escuchar las de los demás. El padre José Kentenich hablaba siempre del consenso.
No importa tanto mi postura, lo que yo creo. En diálogo con otros acabo llegando a un punto nuevo, fruto del Espíritu. Para lograrlo es necesario que no me aferre a mi creencia, a mi idea, a mi deseo.
El consenso exige mucha renuncia y la fuerza del Espíritu para que me permita salir de mis paredes cerradas, de mi círculo estrecho.
Pentecostés rompe los límites de mi alma y me abre a mi hermano. Hablo su idioma, me entiendo con él, acepto su postura, no importa la decisión a la que al final lleguemos. Pero es importante que todos estemos en lo mismo.
El consenso no es ceder siempre a la opinión del otro. Se trata de llegar a algo nuevo que se puede parecer a lo que yo pensaba o a lo que pensaba el otro. No importa. Lo que vale es que suceda la comunión del Espíritu.
Muchas veces me parece imposible. Es tan poderoso el pecado que llevo dentro que no me permite mirar con paz y alegría a mi hermano y vence el orgullo. No deseo que mi rabia, mi ira, mi rencor, me cierren en mis cuatro paredes.
El Espíritu lo rompe todo. Rompe mis egoísmos y mis miedos. Pido que venga el Espíritu Santo sobre mí, para que pueda hablar un idioma que me una con mis hermanos venciendo las distancias.
Que deje a un lado mis prejuicios y el miedo a que me impongan un punto de vista diferente al mío.
Al mismo tiempo veo que Pentecostés me proyecta, desborda mis límites y me hace creer que puedo ir mucho más lejos de lo que pienso. Les decía el papa Francisco en Cracovia a los jóvenes:
“El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: Jesús te proyecta al horizonte, nunca al museo”.
Me saca de mi comodidad y no quiere que me quede seguro en un museo, quiere que me arriesgue. Me da valor, audacia para salir de mis fronteras. Le pierdo el miedo a la vida.
Es lo que espero. Que me quite los miedos que tengo al rechazo, al abandono, a jugarme la vida. No quiero vivir acomodado. Quiero salir. Comenta el papa Francisco:
“Sería un grave error pensar que el carisma se mantiene vivo concentrándose en las estructuras externas, en los esquemas, en los métodos, en la forma. Dios nos libre del espíritu del funcionalismo. La vitalidad del carisma radica en el primer amor“.
El Espíritu me regala una vida nueva. Soy capaz de vivir de forma diferente. No soy un funcionario de la fe que administra sacramentos. El carisma es algo vivo que despierta vida. Comenta Sor Verónica:
“Su Espíritu de fuego quiere traspasar nuestras puertas cerradas. El hielo se deshace con tiempo y calor. ¿Cómo sería un mundo donde reinara el amor? Una revolución del amor”.
Su fuego acaba con mi hielo, con mi dureza de corazón. Su presencia me salva por dentro, me hace de nuevo. Me saca de mí mismo y me lanza al mundo a anunciar su alegría, a amar venciendo el odio y la frialdad.
Imploro que venga hoy el Espíritu Santo sobre mí, sobre mi familia. Quiero escuchar hoy su voz en mí:
“La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también Yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: – Recibid el Espíritu Santo”.
Necesito el Espíritu que ponga en orden mi mundo desordenado, roto y herido. Quiero el Espíritu que suture todas mis heridas. Encienda todo mi amor olvidado.
Quiero el Espíritu que me haga guardar silencio en mi corazón para escuchar su voz con nitidez. Me gustan su fuerza y su amor. ¿No he tocado nunca la fuerza del Espíritu Santo en mi alma? Tengo que estar abierto, implorando que venga sobre mí.
Me gustaría ser más carismático, estar más lleno de su amor inmenso. Dejarme tocar por la fuerza de ese amor que lo penetra todo y lo sana todo por dentro. Más libertad, más alegría, más luz necesita mi vida.
Lo quiero ya para poder vivir como ciudadano del cielo. Quiero vivir anclado en Dios pasando por la tierra haciendo el bien, dando el amor que el hombre necesita. Dice el papa Francisco:
“La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado. Por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren“.
La Pascua vuelve a suceder en mi vida con la venida del Espíritu Santo. Miro al cielo y algo cambia en mí. Una lengua de fuego, la paz de Dios. ¿Qué necesito que cambie en mi corazón? Quiero más valor, confianza, alegría, libertad.
Antes de la emergencia sanitaria, las colecciones del Papa recibían al día a casi 22 mil personas promedio. Con la escalonada se espera romper la amordaza a la “historias salutis”.
La cerrazón obligatoria por la emergencia sanitaria se tomó de rehén la narración bíblica del arte de Botticelli y Perugino, Ghirlandaio y Signorelli y de Miguel Ángel, casi un preludio a su Juicio Final que con el excepcional dinamismo de las imágenes logra reproducir el sentimiento de gran angustia de la humanidad ante el tribunal divino.
Sin testigos se quedó la catequesis artística de esos grandes vates del color y de las formas y que plasmaron para enseñar a los hombres y mujeres de cada tiempo; desde la Ley Mosaica, a la instituida por Cristo, la Creación del Mundo hasta la segunda venida de Cristo.
En sus frescos, Miguel Ángel combina un sentimiento sincero de fe cristiana con una gran atención al hombre y su condición, haciendo de la Capilla Sixtina un símbolo del Renacimiento y, en estos tiempos un símbolo de renacimiento, se espera pos-COVID-19, con las debidas precauciones.
Ni el set de una película apocalíptica puede darnos idea de esta iglesia de una sola nave semi desierta en estos días, como otros templos en Roma. La capilla de los papas donde tiene lugar la elección del pontífice parece hoy más espaciosa sin las multitudes de turistas y peregrinos.
Suspendida, como la vida frenética de Roma, quedó la discusión de restringir el acceso a la Capilla Sixtina para evitar que se deterioren los frescos más famosos del mundo. Ahora el problema es que la gente vuelva sana y salva a dar vida a estos espacios que son patrimonio de la humanidad inspirados al antiguo Templo de Salomón en Jerusalén.
Es la capilla histórica de los papas que representa casi simbólicamente que las misas se hayan quedado sin el oxigeno de la presencia de los fieles durante el propagarse del COVID-19: el trascendente asimismo confinado en los muros concebidos por Baccio Pontelli, al cual el biógrafo de artistas Giorgio Vasari atribuye el proyecto de la Capilla querida por papa Sixto IV y que fuera dedicada a la Virgen de la Asunción.
Ver la Capilla Sixtina semi desierta sabe de genio en la botella que no concede más deseos. Así como centenares de veces se cumplió el deseo de los cardenales de ser iluminados por el Espíritu en el momento de la elección del pontífice y en el aislamiento más absoluto en ese sagrado lugar, únicamente utilizando una estufa dotada de un largo tubo del cual sale un humo blanco o negro que comunica a los fieles en la plaza de san Pedro el resultado de la votación.
Ahora se espera que la Bóveda de la Capilla Sixtina pintada por Miguel Ángel (con las imágenes del Antiguo Testamento) vuelva a dar esperanza en la fe con su silente y respetuoso recuerdo de la presencia divina en la historia.
La creación de Ádan y Eva, el Pecado Orinal, la Creación de la Luz, pintados en ese techo para que vuelva cubrir las cabezas de esos jóvenes padres que traen a sus pequeños niños para que el Papa Francisco los bautice allí, en el día de la fiesta del Bautismo del Señor, el domingo sucesivo a la Epifanía.
Por el momento, un paso hacia la normalidad ha sido la reapertura el pasado 18 de mayo de la Basílica de San Pedro y luego de 71 días volvieron las confesiones y las misas en las pequeñas capillas en los altares laterales. El papa Francisco realizó la misa en el altar de la tumba de san Juan Pablo II. Con la reapertura volvieron los fieles y algunos turistas a San Pedro y las Basílicas papales de Roma.
Ahora es el turno de los Museos Vaticanos que reabrirán con requisitos de reserva de sus boletos de entrada y seguridad sanitaria que harán la visita un poco más dispendiosa, pero, también más cómodo sin volver a haber aglomeraciones en las salas. La información sobre los nuevos horarios y reservas está ya disponible en su web www.museivaticani.va.
Los Museos Vaticanos confirman que para “respetar escrupulosamente las normas de higiene y distanciamiento”, todos los visitantes “serán sometidos a control de temperatura, y solo podrán entrar provistos de mascarilla”.
Los nuevos horarios pasan a ser de 10.00 a 20.00 de lunes a jueves y de 10.00 a 22.00 los viernes y sábados. En estos dos últimos días será posible terminar la visita “con un aperitivo servido en el fascinante escenario del Cortile della Pigna envueltos en la tenue luz de la puesta del sol romana”, según el comunicado.
La pandemia de la covid-19 y el encierro han hecho visibles a los invisibles. Y muchos pequeños que antes se “ganaban el pan” atendiendo a las más abyectas actividades, hoy ya no pueden cargar bultos en los mercados ni pedir en los semáforos.
Un reportaje del periódico Excelsior enseña que la edad no es obstáculo cuando se quiere cuidar a los demás. El pequeño León Rocco tiene ocho años y vive en las Lomas de Chapultepec. Su iniciativa merece nuestra atención porque decidió ofrecer paquetes de protección a menores que necesitan ganarse día a día la vida en la vía pública.
Desde hace tres semanas León les ofrece gratis en una bolsa de papel con una mascarilla, guantes y gel para que no se contagien de la covid-19 y puedan así seguir con su labor.
Para desarrollar esta iniciativa, León ha contado con el apoyo de sus padres, Mónica y Max y de quienes han querido contribuir económicamente y con material. En un primer momento recaudó 85.000 pesos (unos 3.700 dólares) a través de la plataforma donadora.org. Así, su campaña “Niños ayudando a niños” ha movido corazones y bolsillos de muchas personas sensibilizada con la situación de estos niños.
En el rotativo mexicano León declaró: “Yo no los puedo ayudar, tampoco los puedo forzar a que se queden en sus casas todo el tiempo porque tienen que trabajar en la calle, pero me surgió la idea de que tal vez los puedo ayudar a que estén más a salvo en la calle. Yo tengo dónde resguardarme y tengo una casa y quizá ellos no”.
Según cuenta el reportaje de Excelsior, León fue invitado a repartir de manera personal sus paquetes también en el Centro Histórico de la Ciudad de México el 12 y 20 de mayo, a través de la organización de “Cocinamos México”, donde hizo entrega de 200 bolsas. Decidió ir con mascarilla, careta y todas las medidas de prevención.
Otras 150 bolsas fueron distribuidas en colonias populares de la alcaldía de Miguel Hidalgo donde se encuentra la colonia donde vive León. A esa dotación se han sumado otras donaciones en especie (mascarillas y gel) de vecinos, quienes ayudan a que el pequeño siga su tarea solidaria.
León no solo cumple su cometido entregando paquetes y dando ánimos a los niñoso. También trata de darles una pequeña alegría con las bolsas decoradas en las que se incluyen mensajes en letras de colores.
Ahora, en la segunda etapa, León ha ido a solicitar ayuda a la alcaldía de Miguel Hidalgo para crear una logística en la entrega y distribución de sus paquetes. Además de eso, recibió el compromiso del alcalde, Víctor Hugo Romo, de sumar raciones de comida.
“Siento mucha felicidad porque estoy ayudando a los niños de bajos recursos, pero también me siento un poco triste por lo que están pasando y porque si sus padres fallecen, tal vez van a tener que cuidarse solos”, expuso el menor a Excelsior.
Es importante que los niños desarrollen buenos hábitos alimentarios desde bien pequeños. No obstante, esos hábitos no se adquieren de un día para otro y los padres deben trabajar para sensibilizar a sus hijos en el “comer bien”.
Las comidas solo tienen una función nutritiva. Más allá de eso, todo se reduce a una cuestión de educación en el gusto y a la cultura –sobre todo familiar– que se transmite desde la pequeña infancia. ¿Es posible que, en materia de alimentación, la clave se encuentre en lo que sucede antes de los tres años?
La relación con la alimentación es compleja, basta con escuchar a las madres jóvenes para convencerse de ello. Hay bebés que no comen nada, los hay que comen demasiado, están los que tienen dolor de tripa porque tienen hambre o porque tienen problemas de digestión…
Más tarde, a la hora de la introducir nuevos alimentos, los problemas son de otro orden: “Mi hijo solo come pasta… Todo lo que se parece a una verdura le horroriza, las comidas se transforman en una pelea”, confiesa Mathilde, desanimada.
Para muchos padres, “comer bien” es fundamental: “Cuando, en una conferencia, pregunto: ‘¿Qué es un buen padre o madre?’, la mayoría de las personas presentes me responden: ‘Unos buenos padres son los que consiguen que su hijo se coma las verduras’”, cuenta Myriam Alexis, dietista nutricionista especializada en pediatría.
Transmitir unos “buenos hábitos” alimentarios a los hijos es capital para muchos y, naturalmente, una fuente de presión.
Los anuncios publicitarios recuerdan sin parar que “no hay que comer ni demasiada grasa, ni demasiada sal, ni demasiado azúcar” y que es importante pensar en tomar “cinco raciones frutas y verduras al día”.
La amenaza de la obesidad parece pesar mucho en los hogares… “Este mandato de adaptarse y estar saludable a veces es difícil de asumir por los padres. Sin embargo, los mismos padres no se aplican siempre a sí mismos esas reglas que quieren transmitir a sus hijos”, subraya Myriam Alexis.
Por supuesto, los malos hábitos alimentarios existen y hay que desterrarlos.
Myriam Alexis menciona también el caso de los padres que hacen sufrir a sus hijos una forma de extremismo alimentario, eliminando directamente ciertos alimentos.
Sobre este aspecto, los médicos y especialistas de la infancia insisten en recordar la importancia de ofrecer un régimen sano y variado a los pequeños. Eso se enseña desde la pequeña infancia, utilizando una técnica específica para niños menores de tres años.
Para los más mayores, convendrá recordar que no hay que comer entre comidas o atiborrarse a galletas, y que hay que probar de todo. Pero esta relación con la alimentación es diferente en los pequeños, sobre todo en quienes aún no han aprendido a hablar.
Cuando los niños pequeños se cierran en banda, muchos profesionales recomiendan no llegar hasta la confrontación. “Es primordial no pelear nunca por la comida, porque eso es, precisamente, lo que genera los bloqueos en los niños”, señala el pediatra Philippe Grandsenne.
Por su parte, la doctora Victoire L. recuerda a los padres que si su bebé se niega a tomarse el biberón, “pueden ofrecerle un petit-suisse”.
“Es esencial desacomplejar a los padres, enseñarles a rodear el problema: la alimentación debe seguir siendo un placer”, subraya la doctora. De hecho, los niños pequeños comprenden muy pronto que la alimentación es un tema que preocupa a sus padres y, como es lógico, no dudan en explotar esta herramienta…
“¡La alimentación es un magnífico apoyo social y una fuente de conflicto! Los niños no son viciosos, pero tienen a mano un medio ideal para destacar su descontento, ¡más aún cuando no dominan el habla!”. Más allá de la función nutricional de una comida, hay que tener en cuenta los mecanismos psicológicos y afectivos que entran en juego.
Stefan Kleintjes, dietista y nutricionista especializado en pediatría, considera importante “no felicitar al niño cuando coma bien y no regañarle cuando no coma”. “Un bebé desea ser amado, así que hará –o no– lo que ve que sus padres quieren para él. Es poner demasiada presión sobre la alimentación”, explica Stefan.
Según este especialista, nada mejor que predicar con el ejemplo. De este modo, las comidas compartidas son probablemente el mejor medio de mostrar que comer es un placer. “Un bebé se desarrolla observando a los demás. Sus padres, sus hermanos y hermanas, sus compañeros de guardería… Y esto es cierto en todas las etapas del desarrollo, para hablar, caminar y, también, comer”, declara Stefan Kleintjes.
Myriam Alexis insiste en el contexto favorable a la comida. “Los padres se empeñan en el contenido –qué come mi hijo–, mientras que el ambiente sonoro, las tensiones, las inquietudes son también importantes. ¡Para el niño, lo no verbal es prioritario sobre lo verbal hasta los 10-12 años!”.
Camille cuenta que su hijo de dos años dejó de comer y pataleaba en la mesa “cuando hasta entonces no tenía problemas”. “Me di cuenta de que vivía mal el hecho de que yo ordenara la cocina mientras él desayunaba. Necesitaba que me quedara a su lado, que conversara con él ¡e incluso que yo comiera como él! De un día para otro, las comidas se calmaron; tanto para él como para mí. Ahora son un momento precioso”.
Así que es fundamental repensar los momentos de comida compartida en familia para que el niño sea el centro, “pero no demasiado”, insiste Myriam Alexis. El cocinero del día también puede usar su creatividad para introducir y distribuir los alimentos en el plato.
También puedes animar a los niños a cocinar. Los niños mayores (entre 4 y 7 años) pueden meter las manos en la masa y preparar un postre de su elección. De esta manera, la cultura del gusto se transmite con suavidad y placer.
Ariane Lecointre-Cloix
¿En qué se diferencia un auténtico profeta de uno trastornado y falso? Profeta no significa el que declara el futuro de parte de Dios, sino el que habla de parte de Dios.
La predicción es la prueba de autenticidad, pero la mayoría de las veces no era el núcleo del mensaje. El retoque obedece también a que muchas veces no se alega haber visto algo, sino solo haberlo oído.
La cuestión es antigua. La encontramos en uno de los más antiguos libros del Antiguo Testamento, el Deuteronomio.
Moisés anuncia al pueblo que, para su guía en el futuro, Dios enviará profetas a su pueblo. Y, claro está, surge la pregunta sobre cómo distinguir a los auténticos de los falsos.
Quizás te preguntes en tu corazón: ¿Cómo podremos saber si una palabra no la ha pronunciado el Señor? Si lo que dice el profeta en nombre del Señor no sucede ni se cumple, esa palabra no la ha pronunciado el Señor (Deut 18, 21-22).
Aquí tenemos por tanto un primer criterio, siendo probablemente el más claro ejemplo en nuestros días el mensaje de los niños videntes de Fátima.
En su mensaje se anunciaron sucesos –el advenimiento de una segunda guerra mundial, el importante papel de Rusia (no sabían qué era: pensaron que era una señora) en el ataque a la fe justo antes de la revolución soviética, etc.- que se han cumplido.
Un segundo criterio lo encontramos en el mismo Deuteronomio:
Si entre vosotros surgiese un profeta, o un visionario de sueños, y te diera señal o prodigio y, aun en el caso de que se cumpliera esa señal o prodigio que te había anunciado, dijera “Vayamos tras otros dioses –que no conoces- y démosles culto”, no escucharás las palabras de ese profeta o vidente de sueños. Es que el Señor, vuestro Dios, os está probando para conocer si realmente lo amáis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma (Deut 13, 2-4).
Es decir, que si lo que anuncia incluye algo contrario a la doctrina o la moral católicas, ese mensaje no puede venir de Dios.
El Señor no puede contradecirse, de forma que deje su doctrina en manos de la Iglesia, y a la vez envíe a alguien con un mensaje incompatible con la misma.
Más común aún, para discernir, es examinar el motivo del mensaje.
Si se analiza el contenido de los mensajes considerados como auténticos, como son los de Fátima o Lourdes, se concluye fácilmente que, como en el caso de los antiguos profetas, son llamadas a la conversión.
Por eso, cualquier pretendido mensaje que se limite a vaticinar próximas catástrofes, sucesos apocalípticos o cosas parecidas, sin incluir un claro mensaje de llamada a la conversión, merece como poco una actitud de recelo.
También lo merecen mensajes en los que se transmite la idea de un Dios vengativo. Los sufrimientos de este mundo que Dios quiere o permite tienen un carácter medicinal, sirven para hacer reflexionar, para invitar a volver a Dios a quien se ha alejado de Él.
El juicio final ya llegará, pero no se adelanta en este mundo.
Por otra parte, cuando existe un trastorno mental, los síntomas no se reducen a ser un pretendido visionario.
Ciertamente, un profesional de la psiquiatría los detecta y diagnostica con mucha más facilidad y precisión, pero eso no significa que cualquier persona no pueda darse cuenta de que alguien no está en su sano juicio, o si se prefiere en su total sano juicio.
Cuando se trata de personas sin contacto con nosotros, que han adquirido notoriedad, en principio yo recomendaría seguir un consejo sacado del Evangelio:
Guardaos de los falsos profetas (…). Por sus frutos los conoceréis: ¿es que se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos malos (…). Por tanto, por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 15-20).
Si, a raíz de alguna visión, se encuentran frutos de conversiones de personas alejadas de Dios, de confesiones por parte de personas que no acudían a reconciliarse con Dios desde hacía muchos años, aquello tiene buena pinta.
Si no, podemos dudar de su autenticidad con motivo; si tuviera efectos negativos –discordias, dudas en la fe, etc.-, se puede concluir con certeza en su falsedad.
Además, cuando hay notoriedad, suele mediar el juicio de la Iglesia, sea del obispo local, o sea de la Santa Sede.
Conviene saber al respecto que la jerarquía de la Iglesia ha sido siempre muy cauta, tomando medidas de cautela hasta no tener indicios de autenticidad.
Pongamos por ejemplo el del indio Juan Diego, hoy san Diego Cuauhtlatoatzin. La Virgen le pidió que fuera al obispo, pero éste –Juan de Zumárraga- pedía pruebas de autenticidad, y hasta que el indio no vino con su ayate lleno de rosas –fuera de temporada- y con la imagen –Nuestra Señora de Guadalupe- grabada en el mismo, no empezó a tomárselo en serio.
De todas formas, hay casos dudosos, incluso tras haber puesto todos los medios razonables de indagación. Quizás el caso contemporáneo más conocido sea el de la italiana María Valtorta.
Había pareceres para todos los gustos. Tras una minuciosa investigación, se concluyó que no había indicios suficientes de autenticidad, pero tampoco pruebas de falsedad.
Y, como no había nada contrario a la fe católica, se dictaminó que sus escritos podían utilizarse para la piedad privada si así se deseaba. O sea, que cada cual juzgara según su parecer.
Esto nos dice por lo demás algo interesante. Y es que, en un mundo como el nuestro que quiere certezas para todo, si alguna de estas visiones no contiene nada contrario a la fe, la moral o la vida cristianas, nos viene a decir que no importa demasiado equivocarse sobre su autenticidad.
Si Dios quiere que un determinado mensaje se difunda, ya se las arregla para proporcionarnos sellos de autenticidad. Lo sucedido en Guadalupe, Lourdes o Fátima dan buena prueba de ello.