abril 2018
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Martes 16 de Mayo de 2017

V de Pascua
Blanco


Martirologio Romano: En Praga, en Bohemia, san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV y, expuesto a tormentos y torturas, aún respirando fue arrojado al río Moldava († 1393).


Antífona de entrada          Apoc 19, 5; 12, 10
Alaben a nuestro Dios, todos los que lo temen, pequeños y grandes; porque llegó la salvación, el poder y el reino. Aleluya.


Oración colecta     
Dios nuestro, que en la resurrección de Cristo nos renuevas para la vida eterna, concede a tu pueblo perseverar en la fe y en la esperanza, y nunca dudar del cumplimiento de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


Oración sobre las ofrendas        
Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia desbordante de alegría, y después de haberle concedido el motivo de un gozo tan grande, concédele participar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Antífona de comunión        Rom 6, 8
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Aleluya.


Oración después de la comunión
Padre, mira con bondad a tu pueblo y, ya que lo has renovado con los sacramentos de la vida eterna, concédele alcanzar la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Lectura        Hech 14, 19-28
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Algunos judíos de Antioquía y de Iconio vinieron a Listra y lograron convencer a la multitud. Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad. Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos. Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios.


Comentario
Esta primera misión entre los paganos llega a su fin. Pablo y Bernabé vuelven a Antioquía, al punto del cual salieron, es decir, a la comunidad que los envió. Con ese grupo humano, deben compartir y evaluar la tarea realizada, como misioneros de la Buena Noticia. Este es también hoy nuestro desafío como miembros de la Iglesia, compartir los frutos espirituales de los que el Señor nos hace parte.


Salmo 144, 10-13ab. 21
R. ¡Que tus fieles manifiesten tu gloria, Señor!


Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.


Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R.


Mi boca proclamará la alabanza del Señor: Que todos los vivientes bendigan su santo Nombre. Que tus amigos manifiesten la gloria de tu reino, desde ahora y para siempre. R.


Aleluya        cf. Lc 24, 46. 26
Aleluya. El Mesías debía sufrir, y resucitar de entre los muertos para entrar en su gloria. Aleluya.


Evangelio     Jn 14, 27-31a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: Él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado”.
Palabra del Señor.


Comentario
Esta paz que Jesús nos da es un estado de bienestar integral, en que todo nuestro ser se encuentra en armonía. Él nos regala la paz, nosotros simplemente tenemos que disponer el corazón y recibirla. Vaciemos el corazón de las perturbaciones, los temores y las cosas vanas, y dejemos que Jesús nos inunde con su paz.


Oración introductoria 
Jesucristo, ahora que voy a iniciar esta meditación, te quiero pedir la gracia necesaria de experimentar un amor tan grande como el que tuvieron los primeros apóstoles, en el cenáculo. Concédeme amarte de tal manera que también yo busque la voluntad del Padre, para que crea en tus palabras, porque en verdad tú obras en unión con el Padre. 


Petición 
¡Señor, que cada vez logre escuchar con mayor atención tu mensaje de paz y que lo viva en lo más personal e íntimo del corazón! 


Meditación  


Hoy, Jesús nos habla indirectamente de la cruz: nos dejará la paz, pero al precio de su dolorosa salida de este mundo. Hoy leemos sus palabras dichas antes del sacrificio de la Cruz y que fueron escritas después de su Resurrección. En la Cruz, con su muerte venció a la muerte y al miedo. No nos da la paz «como la da el mundo» (cf. Jn 14,27), sino que lo hace pasando por el dolor y la humillación: así demostró su amor misericordioso al ser humano.


En la vida de los hombres es inevitable el sufrimiento, a partir del día en que el pecado entró en el mundo. Unas veces es dolor físico; otras, moral; en otras ocasiones se trata de un dolor espiritual..., y a todos nos llega la muerte. Pero Dios, en su infinito amor, nos ha dado el remedio para tener paz en medio del dolor: Él ha aceptado “marcharse” de este mundo con una “salida” sufriente y envuelta de serenidad.


¿Por qué lo hizo así? Porque, de este modo, el dolor humano —unido al de Cristo— se convierte en un sacrificio que salva del pecado. En la Cruz de Cristo, el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Jesucristo sufre con serenidad porque complace al Padre celestial con un acto de costosa obediencia, mediante el cual se ofrece voluntariamente por nuestra salvación.


Un autor desconocido del siglo II pone en boca de Cristo las siguientes palabras: «Mira los salivazos de mi rostro, que recibí por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido».


Cristo viene a traernos un mensaje de paz, pero nos advierte desde el inicio que no es la paz que da el mundo. En efecto para el mundo la paz se concibe muchas veces en no estar en guerra, en no tener alguien que venga a disturbar dentro del ambiente en el que nos encontramos. Cristo en cambio habla de una paz más profunda, de aquella capaz de dar una tranquilidad profunda. Dice que no nos inquietemos en el corazón porque él ha vencido al mundo; en efecto la paz surge de la consciencia de que con Cristo nos mantendremos salvos en el alma. 


Y la sabiduría de Cristo está en que el mensaje de paz nos lo da antes de anunciarnos la venida del príncipe de este mundo, es decir la del demonio como enemigo del alma y de la verdad. Por lo mismo Jesús nos invita a confiar, porque ello implicará algunas persecuciones, algunas críticas por ser seguidores de Cristo. Pero el demonio en sí no tiene ningún poder sobre Cristo. 


Que hermoso momento para darnos ese mensaje de paz; justo antes de subir al Padre y de enviarnos al consolador. Así la paz se convierte en parte de su testamento, porque está a punto de partir al Padre y quiere que estemos tranquilos, llenos de confianza en las enseñanzas que nos ha dejado a lo largo de su predicación, pues la vivencia de las mismas serán el origen de la paz, porque en el confronto con la vivencia según el mundo, tal vez traerán dificultades, pero la paz que inunda el corazón es mucho más profunda que la que pueda ofrecer la mentalidad del mundo, el mundo que es en primer lugar el egoísmo que llevamos dentro y no tanto la materialidad que nos rodea. 


Cristo trae la paz para nosotros como seguidores de él, nos da su mensaje en un momento de grande intimidad, pero a la vez tenemos que ser conscientes que si nos da ese regalo es para transmitirlo a los demás, por tanto como cristianos nos convertimos en verdaderos propagadores de la paz. El mundo y quienes nos rodean esperan que nosotros cristianos vivamos de acuerdo a los criterios de nuestro Señor y en la medida en que demos a los demás esa paz se dirá entonces como se dijo de los primeros cristianos: "Mirad cómo se aman y cómo están dispuestos a dar la vida unos por otros." 


Propósito 
En el día de hoy buscaré transmitir serenidad a quienes me rodean, teniendo presente que Cristo está a mi lado y quiere que de verdad tenga paz en mi corazón. 


Diálogo con Cristo 
Señor Jesús, muchas veces me has permitido experimentar la paz del alma, de verdad que no te has dejado ganar en generosidad. Otras veces me he visto sumido en la angustia y desesperación por no actuar de cara a ti, por no buscar tu voluntad, sino mis propios caprichos y maneras de pensar. Te pido la gracia de tenerte siempre presente, dame la fe necesaria para tenerte siempre a mi lado y para no buscar otra paz distinta a la tuya, por muy buena que parezca. 


MISA DE SAN JOSÉ OBRERO



Antífona de entrada          Sal 127, 1-2

Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. Aleluya.



Oración colecta     



Dios nuestro, creador de todas las cosas, que llamas al género humano a colaborar en tu obra creadora, concédenos, por la protección y el ejemplo de san José, realizar plenamente las tareas que nos confías y alcanzar la recompensa prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        

Señor, fuente de misericordia, mira las ofrendas que te presentamos en la conmemoración de san José, y concédenos, por tu bondad, que sirvan de protección para los que te invocan. Por Jesucristo, nuestro Señor.



Antífona de comunión        cf. Col 3, 17

Todo lo que puedan decir o hacer, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre. Aleluya.



Oración después de la comunión



Saciados con el pan del cielo, te suplicamos, Padre, que, a ejemplo de san José, podamos gozar siempre de tu paz, dando testimonio del amor que infundes en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.



MISA DE SAN JOSÉ OBRERO: LECTURAS



Lectura        Col 3, 14-15. 17. 23-24

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.



Hermanos: Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre. Cualquiera que sea su trabajo, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres. Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor.

Palabra de Dios.



Sal 89, 2-4. 12-14. 16

R. El Señor haga prosperar la obra de nuestras manos.

Antes que fueran engendradas las montañas, antes que nacieran la tierra y el mundo, desde siempre y para siempre, tú eres Dios. R.



Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”. Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.



Enséñanos a calcular nuestros años para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…? Ten compasión de tus servidores. R.



Sácianos enseguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus hijos. R.



Aleluya        Sal 67, 20

Aleluya. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación! Él carga con nosotros día tras día. Aleluya.



Evangelio     Mt 13, 54-58

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.



Jesús al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera, que todos estaban maravillados. “¿De dónde le vienen –decían– esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son parientes suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus parientas? ¿De dónde le vendrá todo esto?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.





Palabra del Señor.

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Fiesta instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955, para que -como dijo el mismo Pío XII a los obreros reunidos aquel día en la Plaza de San Pedro - "el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias". 
San José, descendiente de reyes, entre los que se cuenta David, el más famoso y popular de los héroes de Israel, pertenece también a otra dinastía, que permaneciendo a través de los siglos, se extiende por todo el mundo.
Hoy celebramos la fiesta de san José obrero. Es un día festivo para descansar del trabajo cotidiano, y celebramos la Fiesta del Trabajo. Los trabajadores y sus sindicatos suelen aprovechar este día para hacer sus reivindicaciones en defensa de sus derechos. La Iglesia nos pone, hoy, el ejemplo de san José, el carpintero de Nazaret, que fue un modelo de trabajo para sostener su familia y desarrollar su oficio. Ésta es la forma normal de vivir en este mundo, ganándonos el pan de cada día con el sudor de nuestro trabajo. Los derechos humanos nos dicen que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Es así como cumplimos con nuestros deberes y nos ganamos el salario que nos corresponde. San Ambrosio dice que «es un homicidio negar a un hombre el salario que necesita para vivir». Hoy, la Iglesia reza por el mundo del trabajo, para que todo trabajador pueda cumplir sus deberes y vivir con dignidad.
El mismo Evangelio nos presenta a Jesús como «hijo del carpintero» (Mt 13,56), en su pueblo de Nazaret donde se crió y donde vivió la mayor parte de los años de su vida terrenal. A pesar de todo, la gente de Nazaret no llegó a conocer la persona de Jesús. Se creían que lo conocían, pero nada sabían de Él. Por esto, no se podían explicar de dónde le venía la sabiduría y el poder de hacer milagros.
Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del trabajo.
San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días.
Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.

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OFICIO DE LECTURA - MARTES DE LA SEMANA V - TIEMPO PASCUAL
Del Propio del tiempo. Salterio I. 
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan

(Libro 10, 2: PG 74, 331-334)


YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS SARMIENTOS

El Señor -queriendo enseñarnos la necesidad que tenemos de estar unidos a él por el amor, y el gran provecho que nos proviene de esta unión- se da a sí mismo el nombre de vid, y llama sarmientos a los que están injertados y como introducidos en él, y han sido hechos ya partícipes de su misma naturaleza por la comunicación del Espíritu Santo (ya que es el santo Espíritu de Cristo quien nos une a él).


La adhesión de los que se allegan a la vid es una adhesión de voluntad y de propósito, la unión de la vid con nosotros es una adhesión de afecto y de naturaleza. Movidos por nuestro buen propósito, nos allegamos a Cristo por la fe y, así, nos convertimos en linaje suyo, al obtener de él la dignidad de la adopción filial. En efecto, como dice san Pablo, quien se une al Señor es un espíritu con él.
Del mismo modo que el Apóstol, en otro lugar de la Escritura, da al Señor el nombre de base y fundamento (ya que sobre él somos edificados y somos llamados piedras vivas y espirituales, formando un sacerdocio sagrado, para ser morada de Dios en el Espíritu, y no existe otro modo con que podamos ser así edificados, si no tenemos a Cristo por fundamento), aquí también, en el mismo sentido, el Señor se da a sí mismo el nombre de vid, como madre y educadora de sus sarmientos.
Hemos sido regenerados por él y en él, en el Espíritu, para que demos frutos de vida, no de aquella vida antigua y ya caduca, sino de aquella otra que consiste en la novedad de vida y en el amor para con él. Nuestra permanencia en este nuevo ser depende de que estemos en cierto modo injertados en él, de que permanezcamos tenazmente adheridos al santo mandamiento nuevo que se nos ha dado, y nos toca a nosotros conservar con solicitud este título de nobleza, no permitiendo en absoluto que el Espíritu que habita en nosotros sea contristado en lo más mínimo, ya que por él habita Dios en nosotros.
El evangelista Juan nos enseña sabiamente de qué modo estamos en Cristo y él en nosotros, cuando dice: En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
En efecto, del mismo modo que la raíz comunica a las ramas su misma manera de ser, así también el Verbo unigénito de Dios infunde en los santos un cierto parentesco de naturaleza con Dios Padre y consigo mismo, otorgando el Espíritu y una santidad omnímoda, principalmente, a aquellos que están unidos a él por la fe, a quienes impulsa a su amor, infundiendo en ellos el conocimiento de toda virtud y bondad.

RESPONSORIO    Jn 15, 4. 16
R. Permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros: * como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no está unido a la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Aleluya.

V. Yo os he elegido para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto sea permanente.

R. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no está unido a la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Aleluya.

Dios nuestro, que por la resurrección de Cristo nos restituyes el derecho de entrar en la vida eterna, fortifica la fe y la esperanza de tu pueblo, para que esperemos siempre confiadamente la realización de todo aquello que nos tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

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OFICIO DE LECTURA - MARTES DE SEMANA V - TIEMPO PASCUAL
Propio del Tiempo. Salterio I
Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS


Que doblen las campanas jubilosas,

y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.
Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.
V. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya. 
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 20, 1-15
ÚLTIMA BATALLA DE LA SERPIENTE
Yo, Juan, vi a un ángel que descendía del cielo, trayendo en su mano la llave del abismo y una gran cadena. Sujetó a la Serpiente, a la Serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y la encadenó por mil años. La arrojó al abismo, la encerró y puso encima un sello, para que no engañase más a los pueblos, hasta que se cumplieran los mil años. Después será puesta en libertada por un poco de tiempo.
Vi también las almas de los que habían sido degollados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios; revivieron y reinaron con Cristo por mil años. Luego vi unos tronos, y se sentaron en ellos todos los que no adoraron a la Bestia ni a su imagen, ni aceptaron su marca en su frente ni en su mano. Y se les dio poder de juzgar. Ésta es la resurrección primera. Los demás muertos no volvieron ya a la vida en todos estos mil años.
Bienaventurado y santo el que toma parte en la resurrección primera. Sobre ellos no tendrá poder alguno la segunda muerte. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo; y reinarán con él por mil años.
Cuando se hayan cumplido los mil años, Satanás será soltado de su cárcel, y saldrá a engañar a las naciones que habitan en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog. Los congregará para la guerra y su ejército será tan numeroso como las arenas del mar. Subieron hacia la llanura de la tierra, y cercaron el campamento de los santos y la ciudad amada de Dios; pero descendió de pronto fuego del cielo y los devoró. El Diablo, que los había engañado, fue arrojado en el estanque de fuego y de azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Vi luego un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos unos libros y luego fue abierto también otro libro, que es el libro de la vida. Fueron juzgados los muertos según lo que está escrito en los libros, según sus obras. El mar devolvió los muertos que en sí retenía, la muerte y el hades devolvieron los muertos que guardaban en su seno; y fue juzgado cada uno según sus obras. Y la muerte y el hades fueron arrojados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y todo el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
RESPONSORIO    1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14
R. Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies. * El último enemigo aniquilado será la muerte. Aleluya.
V. Entonces la muerte y el hades devolverán los muertos, y la muerte y el hades serán arrojados al lago de fuego.
R. El último enemigo aniquilado será la muerte. Aleluya.


De los Hechos de los apóstoles 17, 19-34

DISCURSO DE PABLO EN EL AREÓPAGO
Un día, los atenienses tomaron a Pablo y lo llevaron al Areópago; y le dijeron:
«¿Podemos saber qué nueva doctrina es ésta que enseñas? Son cosas extrañas las que nos dices, y queremos saber qué quiere decir todo eso.»
Todos los atenienses y los extranjeros que allí viven no se ocupan de otra cosa que de decir y oír novedades. Puesto Pablo en pie, en medio del Areópago, dijo:
«Atenienses, veo que sois en todo los hombres más religiosos. Al recorrer y contemplar vuestros monumentos sagrados, hasta he hallado un altar con la siguiente inscripción: "Al dios desconocido." Pues bien, a ése que, sin conocer, veneráis, vengo yo a anunciaros. El Dios que hizo el mundo con todo lo que hay en él, ese Dios, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos levantados por los hombres, ni tampoco es servido por manos humanas, como si de algo necesitase. Él da a todos lá vida, el aliento y todas las cosas. Él hizo que todo el linaje humano, proveniente de un solo hombre, poblase la faz de la tierra. Él fijó a cada nación las épocas de su historia y los confines de su territorio; todo ello, con el fin dé que buscasen a Dios y, siquiera a tientas, lo hallasen; porque ciertamente no está lejos de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos.
Así lo han dicho también algunos de vuestros poetas: "Porque somos también de su linaje." Si, pues, somos linaje de Dios, no debemos figurarnos que lá divinidad es semejante al oro, o a la plata, o a la piedra, obras del arte y del ingenio humano. Dios ha dejado pasar estos tiempos de ignorancia como si no los viese. Pero ahora anuncia a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse, porque ha fijado un día para juzgar al mundo con toda justicia por medio de un hombre, a quien ha establecido para ese fin, y lo ha acreditado resucitándolo de entre los muertos.»
Cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se echaron a reír; otros dijeron:
«Ya volveremos a escucharte otra vez sobre lo mismo.»
Y Pablo salió de entre ellos. Algunos se adhirieron a la doctrina y abrazaron la fe. Entre éstos se encontraban Dionisio Areopagita, una mujer llamada Damaris y algunos más.
RESPONSORIO    Hch 17, 31; Sal 97, 9b
R. Dios ha fijado un día para juzgar al mundo con toda justicia * por medio de un hombre, a quien ha establecido para ese fin, resucitándolo de entre los muertos. Aleluya.
V. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.
R. Por medio de un hombre, a quien ha establecido para ese fin, resucitándolo de entre los muertos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 10, 2: PG 74, 331-334)
YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS SARMIENTOS
El Señor -queriendo enseñarnos la necesidad que tenemos de estar unidos a él por el amor, y el gran provecho que nos proviene de esta unión- se da a sí mismo el nombre de vid, y llama sarmientos a los que están injertados y como introducidos en él, y han sido hechos ya partícipes de su misma naturaleza por la comunicación del Espíritu Santo (ya que es el santo Espíritu de Cristo quien nos une a él).
La adhesión de los que se allegan a la vid es una adhesión de voluntad y de propósito, la unión de la vid con nosotros es una adhesión de afecto y de naturaleza. Movidos por nuestro buen propósito, nos allegamos a Cristo por la fe y, así, nos convertimos en linaje suyo, al obtener de él la dignidad de la adopción filial. En efecto, como dice san Pablo, quien se une al Señor es un espíritu con él.
Del mismo modo que el Apóstol, en otro lugar de la Escritura, da al Señor el nombre de base y fundamento (ya que sobre él somos edificados y somos llamados piedras vivas y espirituales, formando un sacerdocio sagrado, para ser morada de Dios en el Espíritu, y no existe otro modo con que podamos ser así edificados, si no tenemos a Cristo por fundamento), aquí también, en el mismo sentido, el Señor se da a sí mismo el nombre de vid, como madre y educadora de sus sarmientos.
Hemos sido regenerados por él y en él, en el Espíritu, para que demos frutos de vida, no de aquella vida antigua y ya caduca, sino de aquella otra que consiste en la novedad de vida y en el amor para con él. Nuestra permanencia en este nuevo ser depende de que estemos en cierto modo injertados en él, de que permanezcamos tenazmente adheridos al santo mandamiento nuevo que se nos ha dado, y nos toca a nosotros conservar con solicitud este título de nobleza, no permitiendo en absoluto que el Espíritu que habita en nosotros sea contristado en lo más mínimo, ya que por él habita Dios en nosotros.
El evangelista Juan nos enseña sabiamente de qué modo estamos en Cristo y él en nosotros, cuando dice: En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
En efecto, del mismo modo que la raíz comunica a las ramas su misma manera de ser, así también el Verbo unigénito de Dios infunde en los santos un cierto parentesco de naturaleza con Dios Padre y consigo mismo, otorgando el Espíritu y una santidad omnímoda, principalmente, a aquellos que están unidos a él por la fe, a quienes impulsa a su amor, infundiendo en ellos el conocimiento de toda virtud y bondad.
RESPONSORIO    Jn 15, 4. 16
R. Permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros: * como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no está unido a la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Aleluya.
V. Yo os he elegido para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto sea permanente.
R. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no está unido a la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Aleluya.
Dios nuestro, que por la resurrección de Cristo nos restituyes el derecho de entrar en la vida eterna, fortifica la fe y la esperanza de tu pueblo, para que esperemos siempre confiadamente la realización de todo aquello que nos tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Lunes 30 de Abril de 2018
Misa a elección: 

Feria. Blanco.
San Pío V, papa. (ML). Blanco.

Este sacerdote dominico, san Pío V, se desempeñó como profesor de Filosofía y Teología y formador de novicios hasta que fue designado primero obispo de Nepi y luego Papa, en el año 1565. Se ocupó de poner en práctica las resoluciones del Concilio de Trento, sobre todo en cuestiones de reforma interna de la Iglesia y vida del clero. Hizo publicar el Catecismo para enseñar a los fieles la doctrina de la Iglesia y llevó adelante la revisión de la Liturgia..

Antífona de entrada         
Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.
Oración colecta     
Te suplicamos, Señor, que protejas siempre a tu familia, y por la resurrección de tu Hijo único defiéndela de todo mal y cólmala con los dones celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:          de san Pío V

Dios nuestro, que en tu providencia confiaste al papa san Pío V la defensa de la fe y la solicitud por el culto divino, te pedimos, por su intercesión, que podamos participar siempre en tus santos misterios con una fe viva y una caridad operante. Por nuestro Señor Jesucristo...
Oración sobre las ofrendas        
Lleguen hasta ti, Señor, nuestras oraciones junto con estas ofrendas, para que, purificados por tu gracia, recibamos el sacramento de tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión        Jn 14, 27
Dice el Señor: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo”. Aleluya.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, que nos haces renacer a la vida eterna por la resurrección de Cristo, concédenos que los sacramentos pascuales den fruto abundante en nosotros, e infunde en nuestros corazones la fuerza de este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura        Hech 14, 5-18
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Los paganos y los judíos de Iconio, dirigidos por sus jefes, intentaron maltratar y apedrear a Pablo y Bernabé. Éstos, al enterarse, huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores; y allí anunciaron la Buena Noticia. Había en Listra un hombre que tenía las piernas paralizadas. Como era tullido de nacimiento, nunca había podido caminar, y sentado, escuchaba hablar a Pablo. Éste, mirándolo fijamente, vio que tenía la fe necesaria para ser sanado, y le dijo en voz alta: “Levántate, y permanece erguido sobre tus pies”. Él se levantó de un salto y comenzó a caminar. Al ver lo que Pablo acababa de hacer, la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: “Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana”, y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter, que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y, junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos. Cuando los apóstoles Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: “Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones”. Pero a pesar de todo lo que dijeron, les costó mucho impedir que la multitud les ofreciera un sacrificio.
Palabra de Dios.
Comentario
Estos paganos interpretaron el milagro desde su cultura y sus conocimientos. Aún en su error, supieron reconocer que allí actuaba una fuerza superior a cualquier poder humano. Los apóstoles se encargaron de corregir esa falta, de modo que con la sanación llegara la oportunidad para los paganos de conocer al Dios de la vida.
Salmo 113B, 1-4. 15-16
R. ¡Glorifica tu Nombre, Señor!
No nos glorifiques a nosotros, Señor: Glorifica solamente a tu Nombre, por tu amor y tu fidelidad. ¿Por qué han de decir las naciones?: “¿Dónde está su Dios?”. R.
Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra, él hace todo lo que quiere. Los ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de las manos de los hombres. R.
Sean bendecidos por el Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, y la tierra la entregó a los hombres. R.
Aleluya        Jn 14, 26
Aleluya. El Espíritu Santo les enseñará todo; les recordará todo lo que yo les he dicho. Aleluya.
Evangelio     Jn 14, 21-26
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. Judas –no el Iscariote– le dijo: “Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”. Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”.
Palabra del Señor.
Comentario
La manifestación de Dios es su amor. Él quiere que vivamos en ese amor. Conocer y cumplir la Palabra es uno de los modos de estar en Dios y que él también esté en nosotros, haga su morada en quien la escucha. Este es el gran objetivo de su amor: quedarse en nosotros para siempre.
Oración introductoria 
Dios mío, gracias por este nuevo día que me das para poder identificarme contigo cada vez más. Ayúdame a vivir con dedicación y entusiasmo este período de la Pascua para que toda mi vida proclame tus mandamientos. 
Petición 
Señor ayúdame a ofrecer toda mi vida a ti como tú la ofreciste por mí. Enséñame a ver en cumplir tu voluntad, en guardar tu palabra en la caridad, un modo estupendo para agradarte. 
Meditación 
Hoy, Jesús nos muestra su inmenso deseo de que participemos de su plenitud. Incorporados a Él, estamos en la fuente de vida divina que es la Santísima Trinidad. «Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima. Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor.
Jesús asegura que estará presente en nosotros por la inhabitación divina en el alma en gracia. Así, los cristianos ya no somos huérfanos. Ya que nos ama tanto, a pesar de que no nos necesita, no quiere prescindir de nosotros. 
«El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14,21). Este pensamiento nos ayuda a tener presencia de Dios. Entonces, no tienen lugar otros deseos o pensamientos que, por lo menos, a veces, nos hacen perder el tiempo y nos impiden cumplir la voluntad divina. He aquí una recomendación de san Gregorio Magno: «Que no nos seduzca el halago de la prosperidad, porque es un caminante necio aquel que ve, durante su camino, prados deliciosos y se olvida de allá donde quería ir».
La presencia de Dios en el corazón nos ayudará a descubrir y realizar en este mundo los planes que la Providencia nos haya asignado. El Espíritu del Señor suscitará en nuestro corazón iniciativas para situarlas en la cúspide de todas las actividades humanas y hacer presente, así, a Cristo en lo alto de la tierra. Si tenemos esta intimidad con Jesús llegaremos a ser buenos hijos de Dios y nos sentiremos amigos suyos en todo lugar y momento: en la calle, en medio del trabajo cotidiano, en la vida familiar.
Toda la luz y el fuego de la vida divina se volcarán sobre cada uno de los fieles que estén dispuestos a recibir el don de la inhabitación. La Madre de Dios intercederá —como madre nuestra que es— para que penetremos en este trato con la Santísima Trinidad.
Este mensaje de Cristo sobre guardar sus mandamientos requiere que nosotros demos a conocer, por testimonio y por palabra, el Evangelio del Señor. Busquemos una oportunidad para compartir nuestra fe con alguien. 
Propósito 
Hacer un buen examen de conciencia ante Dios para descubrir con su ayuda un aspecto en particular donde me cuesta más identificarme con la caridad de Cristo. 
Diálogo con Cristo 
Jesús, tú lo has dado todo por mí para que yo sepa responder con similar amor. Tu amor exige que yo viva según lo que tú has querido enseñarme. Sólo de este modo encontraré la felicidad en esta vida y en la próxima. Ahora sólo quiero vivir para agradarte a ti. 


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Martirologio Romano: San Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo (1572).
Etimológicamente: Pío = Aquel que es piadoso, es de origen latino.
Breve Biografía
Se le recuerda principalmente como “el Papa de la victoria de Lepanto”, no porque fuera un hombre belicoso, sino porque con su autoridad y con su prestigio personal logró imponer una tregua en las discordias caseras de los Estados europeos y llevarlos a una “santa alianza” para detener la amenazadora avanzada de los turcos. El 7 de octubre la armada Cristiana obtuvo en las aguas de Lepanto una definitiva victoria contra la flota turca. Ese mismo día Pío V, que no disponía de los rápidos medios de comunicación de hoy, ordenó que tocaran todas las campanas de Roma, invitando a los fieles a darle gracias a Dios por la victoria obtenida.
Michele Ghisleri elegido Papa en 1566 con el nombre de Pío V, nació en Bosco Marengo, Provincia de Alessandria (Italia) en 1504. A los 14 años entró a la Orden de los dominicos. Una vez ordenado sacerdote, atravesó todas las etapas de una carrera excepcional: profesor, prior del convento, superior provincial, inquisidor en Como y en Bérgamo, obispo de Sutri y Nepi, cardenal, grande inquisidor, obispo de Mondoví, y Papa.
Pío V fue sobre todo un gran reformador. Entre las reformas que promovió, siguiendo el concilio de Trento, recordamos la obligación de residencia para los obispos, la clausura de los religiosos, el celibato y la santidad de vida de los sacerdotes, las visitas pastorales de los obispos, el impulso a las misiones, la corrección de los libros litúrgicos, la censura de las publicaciones. La rígida disciplina que el santo Pontífice impuso a la Iglesia fue también norma constante de su vida. Vivía el ideal ascético del fraile mendicante.
Condescendiente con los humildes, paterno con la gente sencilla, pero sumamente severo con cuantos comprometían la unidad de la Iglesia, no dudó en excomulgar y decretar la destitución de la reina de Inglaterra, Isabel I, a sabiendas de las consecuencias trágicas que esto acarrearía a los católicos ingleses.
Pío V murió el 1 de mayo de 1572, a los 68 años de edad. Fue canonizado 22 de mayo de 1712 por el Papa Clemente XI.

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OFICIO DE LECTURA - LUNES DE LA SEMANA V - TIEMPO PASCUAL
Del propio del Tiempo. Salterio I.  

SEGUNDA LECTURA


De las Disertaciones de san Gregorio de Nisa, obispo

(Disertación 1 Sobre la resurrección de Cristo: PG 46, 603-606. 626-627)
EL PRIMOGÉNITO DE LA NUEVA CREACIÓN
Ha llegado el reino de la vida y ha sido destruido el imperio de la muerte. Ha hecho su aparición un nuevo nacimiento, una vida nueva, un nuevo modo de vida, una transformación de nuestra misma naturaleza. ¿Cuál es este nuevo nacimiento? El de los que nacen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
Sin duda te preguntarás: «¿Cómo puede ser esto?» Pon atención, que te lo voy a explicar en pocas palabras. Este nuevo germen de vida es concebido por la fe, es dado a luz por la regeneración bautismal, tiene por nodriza a la Iglesia, que lo amamanta con su doctrina y enseñanzas, y su alimento es el pan celestial; la madurez de su edad es una conducta perfecta, su matrimonio es la unión con la Sabiduría, sus hijos son la esperanza, su casa es el reino y su herencia y sus riquezas son las delicias del paraíso; su fin no es la muerte, sino aquella vida feliz y eterna, preparada para los que se hacen dignos de ella.
Éste es el día en que actuó el Señor, día en gran manera distinto de los días establecidos desde la creación del mundo, que son medidos por el paso del tiempo. Este otro día es el principio de una segunda creación. En este día, efectivamente, Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva, según palabras del profeta. ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno de que habla el Señor, la tierra que absorbe la lluvia, que cae sobre ella, y produce fruto multiplicado.
El sol de esta nueva creación es una vida pura; las estrellas son las virtudes; el aire es una conducta digna; el mar es el abismo de riqueza de la sabiduría y ciencia; las hierbas y el follaje son la recta doctrina y las enseñanzas divinas, que son el alimento con que se apacienta la grey divina, es decir, el pueblo de Dios; los árboles frutales son la observancia de los mandamientos.
Éste es el día en que es creado el hombre verdadero a imagen y semejanza de Dios. ¿No es todo un mundo el que es inaugurado para ti por este día en que actuó el Señor? A este mundo se refiere el profeta, cuando habla de un día y una noche que no tienen semejante.
Pero aún no hemos explicado lo más destacado de este día de gracia. Él ha destruido los dolores de la muerte, él ha engendrado al primogénito de entre los muertos.
Cristo dice: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. ¡Oh mensaje lleno de felicidad y de hermosura! El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza.
RESPONSORIO    1Co 15, 21-22; 2Pe 3, 13
R. Por un hombre hubo muerte y por otro hombre hay resurrección de los muertos; * y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Aleluya.
V. Nosotros, conforme a la promesa del Señor, esperamos cielos nuevos y tierra nueva.
R. Y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Aleluya.
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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OFICIO DE LECTURA - LUNES DE SEMANA V - TIEMPO PASCUAL
Propio del Tiempo. Salterio I

Himno: CRISTO EL SEÑOR

Cristo el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó. 

Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.

Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dió.

Ábranse de gozo
las puertas del Hombre
que al hombre salvó.

Gloria para siempre
al Cordero humilde

que nos redimió. Amén.
V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya. 
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 19, 11-21
TRIUNFO DE LA PALABRA DE DIOS
Yo, Juan, vi el cielo abierto y un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Veraz; él juzga y combate con justicia. Sus ojos eran como llama de fuego, llevaba en su cabeza muchas diademas y tenía escrito un nombre que nadie conoce fuera de él. Vestía un manto teñido de sangre, y se le llamaba «Palabra de Dios». Lo seguían los ejércitos del cielo sobre caballos blancos, vestidos de lino puro resplandeciente. De su boca salía una espada aguda para herir con ella a las naciones. Él las regirá con vara de hierro y pisará el lagar del vino de la terrible cólera del Dios omnipotente. Llevaba sobre el manto y sobre el muslo escrito un nombre: «Rey de reyes y Señor de señores».
Vi luego un ángel de pie sobre el sol, que gritó con voz poderosa, dirigiéndose a todas las aves que vuelan por lo más alto de los cielos:
«Venid, congregaos para el gran festín que Dios prepara. Comeréis carne de reyes, carne de generales, carne de esforzados guerreros, carne de caballos y de sus jinetes y carne de toda clase de gente, libres y esclavos, pequeños y grandes.»
Y vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, congregados para presentar batalla contra el que montaba el caballo y contra su ejército. Fue apresada la Bestia y, con ella, el falso profeta que había obrado prodigios en su presencia y había llevado al error a cuantos habían recibido la marca de la Bestia y a cuantos habían adorado su estatua. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde en azufre. Los demás fueron muertos por la espada del que montaba a caballo, espada que salía de su boca, y todas las aves se hartaron de sus carnes.
RESPONSORIO    Ap 19, 13. 15. 16
R. Vestía un manto teñido de sangre, y se le llamaba «Palabra de Dios»; * él pisará el lagar del vino de la terrible cólera del Dios omnipotente. Aleluya.
V. Llevaba sobre el manto y sobre el muslo escrito un nombre: «Rey de reyes y Señor de señores.»
R. Él pisará el lagar del vino de la terrible cólera del Dios omnipotente. Aleluya.

Año II

De los Hechos de los apóstoles 17, 1-18
PABLO EN ATENAS
En aquellos días, pasando por Anfípolis y Apolonia, Pablo y sus compañeros vinieron a Tesalónica, porque allí había una sinagoga de judíos. Según su costumbre, Pablo fue a verlos allí y, durante tres semanas, departió con ellos, tomando como punto de partida las Escrituras. Les explicaba y probaba que el Mesías debía padecer y resucitar de entre los muertos; y añadía: «El Mesías es Jesús, el mismo que yo os anuncio.»
Llegaron a convencerse algunos judíos, y se unieron a Pablo y Silas, lo mismo que una gran multitud de prosélitos griegos y no pocas mujeres principales. Pero los judíos, instigados por la envidia, reunieron una chusma de gente vil; fueron en grupos alborotando la ciudad y se presentaron ante la casa de Jasón, con el propósito de llevar a Pablo y a Silas ante la asamblea del pueblo. Como no los hallaron allí, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados, gritando al mismo tiempo:
«Estos hombres, que están revolviendo el mundo entero, han venido también aquí, y Jasón los ha hospedado en su casa. Todos ellos conspiran contra los edictos del César y dicen que hay otro rey, que es Jesús.»
Con estos clamores, pusieron en conmoción a la ciudad y a los magistrados, que los estaban oyendo. Pero los magistrados, recibida fianza de Jasón y de los demás, los dejaron ir libres. Aquella misma noche, los hermanos hicieron salir para Berea a Pablo y a Silas, quienes, apenas llegaron allá, se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Eran éstos de carácter más noble que los de Tesalónica, y acogieron con toda avidez el Evangelio, investigando un día tras otro en las Escrituras para comprobar si efectivamente era verdad. Muchos de ellos abrazaron la fe, y también no pocos griegos, tanto hombres como mujeres distinguidas. Pero en cuanto se enteraron los judíos de Tesalónica que también en Berea había predicado Pablo la palabra de Dios, vinieron allí y alborotaron y pusieron en revuelo a la gente. Al punto, los hermanos hicieron salir a Pablo camino del mar, quedando allí Silas y Timoteo. Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas y regresaron con el encargo de comunicar a Silas y a Timoteo que se le juntasen lo más pronto posible.
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se consumía su espíritu, viendo la ciudad llena de ídolos. Discutía en la sinagoga con los judíos y con los prosélitos; y todos los días en la plaza pública con cuantos le salían al paso. Algunos filósofos, epicúreos y estoicos, discutían" con él; unos decían: «¿Qué es lo que querrá decir este charlatán?» Otros pensaban: «Parece que es un predicador de dioses extranjeros.» Porque les hablaba de Jesús y de la resurrección.
RESPONSORIO    Cf. Hch 17, 2-3a; Lc 24, 45
R. Pablo, tomando como punto de partida las Escrituras, explicaba y probaba * que el Mesías debía padecer y resucitar. Aleluya.
V. El Señor les hizo ver el sentido que tenían las Escrituras.

R. Que el Mesías debía padecer y resucitar. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Gregorio de Nisa, obispo
(Disertación 1 Sobre la resurrección de Cristo: PG 46, 603-606. 626-627)
EL PRIMOGÉNITO DE LA NUEVA CREACIÓN
Ha llegado el reino de la vida y ha sido destruido el imperio de la muerte. Ha hecho su aparición un nuevo nacimiento, una vida nueva, un nuevo modo de vida, una transformación de nuestra misma naturaleza. ¿Cuál es este nuevo nacimiento? El de los que nacen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
Sin duda te preguntarás: «¿Cómo puede ser esto?» Pon atención, que te lo voy a explicar en pocas palabras. Este nuevo germen de vida es concebido por la fe, es dado a luz por la regeneración bautismal, tiene por nodriza a la Iglesia, que lo amamanta con su doctrina y enseñanzas, y su alimento es el pan celestial; la madurez de su edad es una conducta perfecta, su matrimonio es la unión con la Sabiduría, sus hijos son la esperanza, su casa es el reino y su herencia y sus riquezas son las delicias del paraíso; su fin no es la muerte, sino aquella vida feliz y eterna, preparada para los que se hacen dignos de ella.
Éste es el día en que actuó el Señor, día en gran manera distinto de los días establecidos desde la creación del mundo, que son medidos por el paso del tiempo. Este otro día es el principio de una segunda creación. En este día, efectivamente, Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva, según palabras del profeta. ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno de que habla el Señor, la tierra que absorbe la lluvia, que cae sobre ella, y produce fruto multiplicado.
El sol de esta nueva creación es una vida pura; las estrellas son las virtudes; el aire es una conducta digna; el mar es el abismo de riqueza de la sabiduría y ciencia; las hierbas y el follaje son la recta doctrina y las enseñanzas divinas, que son el alimento con que se apacienta la grey divina, es decir, el pueblo de Dios; los árboles frutales son la observancia de los mandamientos.
Éste es el día en que es creado el hombre verdadero a imagen y semejanza de Dios. ¿No es todo un mundo el que es inaugurado para ti por este día en que actuó el Señor? A este mundo se refiere el profeta, cuando habla de un día y una noche que no tienen semejante.
Pero aún no hemos explicado lo más destacado de este día de gracia. Él ha destruido los dolores de la muerte, él ha engendrado al primogénito de entre los muertos.
Cristo dice: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. ¡Oh mensaje lleno de felicidad y de hermosura! El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza.
RESPONSORIO    1Co 15, 21-22; 2Pe 3, 13
R. Por un hombre hubo muerte y por otro hombre hay resurrección de los muertos; * y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Aleluya.
V. Nosotros, conforme a la promesa del Señor, esperamos cielos nuevos y tierra nueva.
R. Y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Aleluya.
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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El Beato Luquesio y su esposa Buonadonna
“El Señor me dio hermanos…”“Y los que venían a tomar esta vida, daban a los pobres todo lo que podían tener…y no queríamos tener más” Test 16-17


Por Fr. Amando Trujillo Cano, TOR

El 28 de abril la Iglesia celebra la memoria del beato Luquesio, quien ha sido tradicionalmente considerado como el primer miembro de la Tercera Orden de San Francisco, junto con su esposa Buonadonna, por ello, reflexionaremos este mes sobre su legado espiritual, con el fin de renovar nuestra forma de vida franciscana, que resplandece a través del ejemplo de todos nuestros santos antecesores de la familia franciscana.

Las fuentes más antiguas sobre Luquesio y Buonadonna datan de los siglos XVI y XV y han llegado a nosotros con claros signos de haber sido reelaborados para ajustarse a los estilos hagiográficos de la época y del lugar de origen.

Luquesio nació en Gaggiano, Chianti, (Italia) por los años 1180, en una familia de campesinos. Se casó con Buonadonna, de una familia pudiente de Borgo Marturi, (Italia) y tuvieron varios hijos.

Él se involucró en la política y llegó a ser el líder de uno de los partidos políticos de Toscana. Debido a que el ambiente político se agitó demasiado, la familia decidió mudarse a Poggibonsi, donde Luquesio se dedicó al comercio con mucha destreza, convirtiéndose en un hombre rico y avaro.

Sufrieron la pérdida de sus hijos y hacia el año 1220 la vida de Luquesio tuvo un cambio dramático cuando, tocado por la gracia, fijó su corazón y su mente en buscar el tesoro del reino de Dios.

Fascinado por el renombrado ejemplo y los valores evangélicos de san Francisco de Asís, a quien probablemente conoció en 1221, asumió el estado de vida de los penitentes, dedicándose a la oración intensa, al ayuno y a compartir sus bienes con los pobres. De acuerdo a la tradición, Buonadonna no apoyó inicialmente la generosidad de Luquesio, pero algunos signos de la providencia de Dios la convencieron de unirse a él de todo corazón en tal camino. Al ir avanzando en su conversión renunciaron a todos sus bienes, con excepción de una pequeña porción de tierra que Luquesio cultivaba para su propio sustento y para asistir a los pobres. Esta opción por la pobreza voluntaria parece comprobarse por un documento histórico, fechado el 7 de agosto de 1227, que atestigua la venta de la casa de Buonadonna llevada a cabo con el consentimiento de ambos esposos. La generosidad de Luquesio se demuestra también en el cuidado que brindó a los enfermos del hospital de Poggibonsi.

Luego de haber llevado una vida fructífera como penitentes por muchos años, ambos esposos se enfermaron y murieron con pocas horas de diferencia entre uno y otro, de acuerdo a algunas fuentes, el 28 de abril de 1241, según otras en 1260. Ellos habían recibido previamente la asistencia sacramental del guardián de los Frailes Menores de Poggibonsi, en cuya capilla fueron sepultados los dos.

El culto local empezó poco tiempo después y, como seguía creciendo, la iglesia fue ampliada y dedicada a san Francisco y al beato Luquesio. A través de los siglos, muchos milagros han sido atribuidos a la intercesión de esta pareja. La fiesta de Luquesio fue instituida como solemne por el municipio de Poggibonsi en el año 1331, cuando fue nombrado como el santo patrón del pueblo junto con san Lorenzo. A pesar que no se le dio a Buonadonna el título de beata, la tradición local la nombró como tal.

El testimonio de Luquesio y Buonadonna nos ayuda a recordar que la forma de vida franciscana surge de la conversión sincera al Evangelio de Jesucristo, que nos enriquece con el tesoro del reino de Dios y nos hace libres del apego egoísta a los bienes materiales. Esta conversión permanente nos permite servir a nuestros hermanos y hermanas –especialmente a los pobres y a los que sufren- compartiendo generosamente con ellos nuestros dones, talentos y tiempo.

Sus vidas ejemplares destaca la importancia de asumir los valores franciscanos en las realidades temporales, poniendo en práctica nuestra fe y el amor en la familia y en la sociedad, integrando la oración contemplativa y la vida sacramental al amor activo por nuestros vecinos, cuidando a los enfermos, siendo solidarios con los pobres, en quienes también vemos a Cristo, y adoptando una forma de vida marcada con la simplicidad y el trabajo honesto.

Oración a nuestro hermano Luquesio:

Señor Dios, tú llamaste al Beato Luquesio a la conversión e hiciste que destacara en obras de piedad y caridad. Por su intercesión y ejemplo, haz que podamos realizar frutos dignos de penitencia y produzcamos siempre abundantes buenas obras. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor… (Oración colecta de la memoria litúrgica).

***Les recordamos que en cumplimiento al artículo 25 de nuestra regla, debemos dar una aportación (JORNAL) acorde a nuestras posibilidades. Acércate a tu coordinador y haz tu aportación, con tu apoyo ayudas a sufragar los gastos de la fraternidad.



Eugenio Amézquita Velasco

El hermano Ministro Nacional de la OFS en México, Hno. Ángel de la Rosa Quintero OFS, nos comparte la siguiente reflexión enviada por el Consejo Internacional de la OFS:

¿Amo a mis vecinos? (Mateo 22:39)
"busquen la persona viviente y operante de Cristo en los hermanos" Art. 5

1=Nunca
2=Raramente
3=A veces
4=A menudo
5=Siempre

¿En cuáles áreas de mi vida estoy listo/a para dárselos a Dios?

Celebramos 40 años de la regla de la OFS
1978-2018

Domingo 29 de Abril de 2018
V domingo de Pascua
Blanco. 

Semana I para el Salterio.
Martirologio Romano: Memoria de santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual.
Antífona de entrada          cf. Sal 97, 1-2
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas; reveló su victoria a los ojos de las naciones. Aleluya.
Oración colecta     
Dios omnipotente y eterno, realiza plenamente en nosotros el misterio pascual para que, renacidos por el santo bautismo, con tu ayuda demos fruto abundante y alcancemos la alegría de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, que por este santo sacrificio nos concedes participar de tu vida divina, te pedimos que así como hemos conocido tu verdad, vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona      cf. Jn 15, 5
Dice el señor: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos, el que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto”. Aleluya.
Oración después de la comunión
Padre, ayuda con bondad a tu pueblo, que has alimentado con los sacramentos celestiales; concédele apartarse del pecado y comenzar una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura    Hech 9, 26-31
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días: Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso. La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Comentario
Saulo, el antiguo enemigo de la fe, se hizo cristiano. Fue difícil para la Iglesia creer que esta conversión era sincera. El testimonio de Bernabé y la experiencia compartida hicieron posible que Saulo fuera aceptado. La Iglesia debe estar siempre dispuesta a dar una nueva oportunidad a quienes pecan, para que así crezca la comunidad de los creyentes.
Salmo  21, 26b-28. 30-32
R. Te alabaré, Señor, en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de los fieles: Los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre! R.
Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia. R.
Todos los que duermen en el sepulcro se postrarán en su presencia; todos los que bajaron a la tierra doblarán la rodilla ante él. R.
Mi alma vivirá para el Señor, y mis descendientes lo servirán. Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia a los que nacerán después, porque esta es la obra del Señor. R.
2ª Lectura    1Jn 3, 18-24
Lectura de la primera carta de san Juan.
Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es éste: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.
Comentario
“La proclamación de que Dios es mayor que nuestra conciencia, una de las más bellas de la carta, es la revelación del amor total y misericordioso de Dios. De alguna manera anticipa la gran revelación de que Dios es amor. El final pone de relieve que el don del Espíritu es la gran realidad otorgada por Dios a los hombres. Es, a la vez, principio interior y exigencia de la ley del amor y de la comunión cristiana”.
Aleluya        Jn 15, 4a. 5b.
Aleluya. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. El que permanece en mí, da mucho fruto. Aleluya.
Evangelio     Jn 15, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Palabra del Señor.
Comentario
“Mi Padre es el viñador”. El viñador cuida con esmero la planta y está atento a su crecimiento. Todo lo que hace, lo hace para que la planta llegue al máximo de su esplendor y pueda dar sus mejores frutos. Así está el Padre cuidando de nosotros constantemente. Y para recibir este cuidado, basta con permanecer unidos a la vid, que es Jesucristo.
Oración introductoria 
Padre, mi gran y buen viñador. Que esta oración me ayude a descubrir todo lo que tenga que «podar» en mi vida, para poder unirme plenamente a tu amada vid, Cristo, que me da la gracia para vivir en plenitud, como discípulo y misionero de su amor. 
Petición 
Señor, dame la gracia de ser un sarmiento que viva siempre unido a Ti, para poder dar fruto. 
Meditación 
Hoy contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la despedida, y que tiene una fuerza especial, como de si de un postrero testamento se tratara.
Nos los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha lavado los pies, les ha vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha transmitido el mandamiento del amor fraterno y los ha consolado con el don de la Eucaristía y la promesa del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el capítulo decimoquinto de este Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la unidad en la caridad.
El Señor no esconde a los discípulos los peligros y dificultades que deberán afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal (cf. Jn 17).
Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Las primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre». He aquí también la indicación de Santa María, Madre de los cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).. 
Sin duda alguna la mejor manera de llegar a Cristo es la Virgen María; es el camino que nunca falla, el más directo y el más seguro. Porque ¿quién puede tener miedo de una Madre tan buena? Como le decía la Virgen de Guadalupe a Juan Diego: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?". Con una Madre así llegar a Cristo es lo más fácil del mundo y la vida del cristiano se convierte en un continuo gozo. 
Propósito 
Dar gracias a Dios con mi oración y mi trabajo y amar a Cristo y a su Iglesia y pedir a María su ayuda. 
Diálogo con Cristo 
La Palabra de Dios es la verdad. «Pidan lo que quieran y se les concederá». Señor, ¿por qué conociendo tu Palabra no la hago vida? ¿Por qué mi meditación frecuentemente no es auténtica oración? Sin Ti, mi vida es incompleta, sin Ti, la vida no tiene un sentido pleno, sin Ti, no puedo dar fruto, por eso hoy te pido tu gracia para que mi oración me lleve a compartir con los demás la alegría de haberte encontrado. 

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