febrero 2015
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7:40 a.m.
El corazón del Papa sigue en oración por los 21 coptos asesinados recientemente en Libia, a manos de los extremistas del Estado Islámico. Ayer, ofreció la misa de Santa Marta por ellos y en este Miércoles de Ceniza, en la audiencia general los ha tenido presentes nuevamente. “Quisiera invitar una vez más a rezar por nuestros hermanos egipcios que hace tres días fueron asesinados en Libia por el solo hecho de ser cristianos. El Señor les acoja en su casa y dé consuelo a sus familias y a sus comunidades”. Asimismo ha pedido rezar por la paz en Oriente Medio y el Norte de África, “recordando a todos los difuntos, los heridos y los refugiados”. Que la comunidad internacional -ha pedido- pueda encontrar soluciones pacíficas a la difícil situación en Libia. Bajo un tímido sol de febrero, miles de fieles se han reunido en la plaza de san Pedro una semana más, para escuchar y saludar al santo padre Francisco. Así, el Papa ha paseado por los pasillos de la plaza en su papamóvil y ha pasado bendiciendo y con algunos afortunados, intercambiando el solideo. Esta mañana, dos niños han tenido la oportunidad de subir al jeep y acompañar desde ahí al Santo Padre en su recorrido. Desde hace varias semanas, el Pontífice está dedicando las catequesis de la audiencia general a la familia y esta semana ha sido el turno de los hermanos y las hermanas. Palabras del Papa pronunciadas en español Queridos hermanos y hermanas. Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento”. Su ruptura -ha proseguido el Papa-, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: «¿Dónde está tu hermano?» no cesa de resonar a lo largo de la historia. Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos”, ha asegurado el Papa. Y así, ha recordado que “con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión. Qué mayor elogio puede haber que decir: Es como un hermano para mí. Sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo. Cómo brilla esta virtud cuando en la familia hay un hermano más débil, con qué afecto los demás cuidan de él. También los cristianos debemos ver así a los pobres, a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón como nos enseñó Jesús”. A continuación el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua española, “en particular a los numerosos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que en esta Cuaresma, que hoy iniciamos, bendiga a las familias y su generosa entrega. Que en ellas aprendamos a ser siempre hermanos. Muchas gracias”. Una lengua nueva: el ucraniano En los saludos a los peregrinos en distintas lenguas, hoy ha habido uno más: en ucraniano. Francisco ha saludado a los obispos de este país, que se encuentran en Roma en visita ad limina y a los peregrinos de sus diócesis que los acompañan. “Hermanos y hermanas, sé que entre las tantas otras intenciones que lleváis a las tumbas de los apóstoles está la petición de la paz en Ucrania. Llevo en el corazón el mismo deseo y me uno a vuestra oración, para que llegue la paz duradera a vuestra patria lo antes posible”, ha pedido el Papa. Después de todos los saludos, el Papa ha dedicado unas palabras a los jóvenes de la Renovación Carismática Católica internacional, que hoy, en distintas partes del mundo, se recogen en oración para la campaña de adoración "Venid a mí", este Miércoles de Ceniza a las 19 horas. “Me uno espiritualmente a ellos al expresar aprecio por esta iniciativa y deseo que las nuevas generaciones puedan ir cada vez más al encuentro de Cristo”. Finalmente ha saludado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “La Cuaresma es un tiempo favorable para intensificar vuestra vida espiritual”, ha recordado el Papa. De este modo ha pedido que “la práctica de ayuno os ayude, queridos jóvenes, para adquirir dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para confiar a Dios vuestros sufrimientos y sentir su presencia amorosa; las obras de misericordia, finalmente, os ayuden a vosotros, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndose a las necesidades de los hermanos”. Catequesis completa del Papa, traducida del italiano Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En nuestro camino de catequesis sobre la familia, después de haber considerado el rol de la madre, del padre y de los hijos, hoy es el turno de los hermanos. “Hermano”, “hermana”, son palabras que el cristianismo ama mucho. Y, gracias a la experiencia familiar, son palabras que todas las culturas y todas las épocas comprenden. La unión fraterna tiene un lugar especial en la historia del pueblo de Dios, que recibe su revelación en el vivo de la experiencia humana. El salmista canta la belleza de la unión fraterna, y dice así: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Salmo 133, 1) Y esto es verdad, la fraternidad es bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana del ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola así que vaya más allá de las uniones de parentesco y pueda superar cualquier muro de extrañeza. Sabemos que cuando la relación fraterna se estropea, se estropea esta relación entre hermanos, abre el camino a experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio. El pasaje bíblico de Caín y Abel constituye el ejemplo de este éxito negativo. Después de la muerte de Abel, Dios pregunta a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” (Gen 4, 9a). Es una pregunta que el Señor continúa repitiendo en cada generación. Y lamentablemente, en cada generación, no cesa de repetirse también la dramática respuesta de Caín: “No lo sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?” (Gen 4,9b). Cuando se rompe la unión entre los hermanos, se convierte en algo feo y también mala para la humanidad. Y también en la familia, ¿cuántos hermanos han peleado por pequeñas cosas, o por una herencia? Y después no se saludan más, no se hablan más, feo. La hermandad e una algo grande. Pensar que los dos han vivido en el vientre de la misma madre durante nueve meses, vienen de la carne de la madre, y no se puede romper la fraternidad. Pensemos un poco, todos conocemos familias que tienen hermanos divididos, que se han peleado. Pensemos un poco y pidamos al Señor por estas familias, quizá en nuestra familia haya algunos casos, para que el Señor nos ayude a reunir a los hermanos, reconstituir la familia. La fraternidad no se debe romper, y cuando se rompe sucede esto que ha sucedido con Caín y Abel. Y cuando el Señor pregunta a Caín dónde está su hermano, “yo no lo sé, a mí no me importa mi hermano”. Esto es feo, es algo muy muy dolorosa para escuchar. En nuestras oraciones, siempre recemos por los hermanos que se han dividido. La unión de fraternidad que se forma en la familia entre los hijos, se lleva a cabo en un clima de educación a la apertura a los otros, es la gran escuela de libertad y de paz. En la familia entre hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Quizá no siempre somos conscientes, ¡pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo! A partir de esta primera experiencia de fraternidad, nutrida por los afectos y la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre toda la sociedad y sus relaciones entre los pueblos. La bendición que Dios, en Jesucristo, derrama sobre esta unión de fraternidad lo dilata de una forma inimaginable, haciéndole capaz de traspasar cualquier diferencia de nación, de lengua, de cultura e incluso de religión. Pensad en qué se convierte la unión entre los hombres, también muy diferentes entre ellos, cuando pueden decir de otros: “¡Este es como mi hermano, es como una hermana para mí!” Es bonito esto, es bonito. La historia ha mostrado suficientemente, por otra parte, que también la libertad y la igualdad, sin la fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de conformismo, también de interés. La fraternidad en familia resplandece de forma especial cuando vemos la consideración, la paciencia, el efecto con el que se rodea al hermanito o la hermanita más débil, enfermo o que tiene alguna discapacidad. Los hermanos y las hermanas que hacen esto son muchísimos en todo el mundo, y quizá no apreciamos lo bastante su generosidad. Y cuando los hermanos son muchos en la familia, ahí he saludado una familia que tiene nueve, el más grande, la más grande ayuda al papá y la mamá a cuidar a los más pequeños y esto es bonito, este trabajo de ayuda entre los hermanos. Tener un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. De la misma forma sucede con la fraternidad cristiana. Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen “derecho” de tomarnos el alma y el corazón. Sí, estos son nuestros hermanos y como tales debemos amarlos y tratarlos. Cuando esto sucede, cuando los pobres son como de casa, nuestra misma fraternidad cristiana retoma vida. Los cristianos, de hecho, van al encuentro de los pobres y débiles no por obedecer a un programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dicen que todos somos hermanos. Este es el principio del amor de Dios y de toda justicia entre los hombres. Os sugiero una cosa, antes de terminar, me quedan pocas líneas, en silencio cada uno de nosotros, pensamos en nuestros hermanos y en nuestras hermanas. Pensamos, en silencio, y en silencio desde el corazón rezamos por ellos. Un instante de silencio. Con esta oración, les hemos llevado a todos, hermanos y hermanos, con el pensamiento, el corazón, aquí en la plaza para recibir la bendición. Hoy más que nunca es necesario llevar de nuevo la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces también la libertad y la igualdad tomarán su justa entonación. Por eso, no privemos al corazón ligero de nuestras familias, por temor o por miedo, de la belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas. Y no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de esta experiencia iluminada por la bendición de Dios. Gracias....




7:40 a.m.
Fue el hambre lo que les empujó hacia el infierno de Libia. El 6 de mayo de 2014, tras semanas de vacilaciones, el joven copto Yusef Shukri hizo la maleta y puso rumbo a la ciudad de Sirte. Aquel día otros vecinos de El Our, una aldea perdida en el Alto Egipto, iniciaron el mismo viaje en busca del pan. Todos terminarían meses después en manos de adláteres del Estado Islámico, decapitados en una playa de Tripolitania. «Yusef es el primero que aparece desfilando con las manos esposadas y el mono naranja en el vídeo. Lo reconocí al momento. Murió degollado pero con el nombre de Jesucristo en la boca. Es un mártir», relata a EL MUNDO su hermano Malak entre la multitud enlutada que recorre la geografía del pueblo. Trece de los 21 cristianos egipcios asesinados por una filial libia del califato nacieron en las calles sin asfaltar de El Our, labraron los campos de trigo y alfalfa que se extienden tras las últimas casas de la villa -a unos 350 kilómetros al sur de El Cairo- y corretearon entre las vacas, cabras y burros que aparecen repantingados por cualquier rincón. «Somos un pueblo de campesinos y el trabajo escasea. Yusef no encontró empleo y poco después de cumplir el servicio militar obligatorio decidió marcharse a Libia», agrega Malak, que aún recuerda la última llamada que cruzó con su hermano. «Conversamos el 2 de enero. Estaba preocupado porque habían secuestrado a finales de diciembre a un grupo de emigrantes del pueblo que vivía en Sirte. Hablamos de buscar una salida segura pero al día siguiente él corrió la misma suerte». Samuel Alhan, un fontanero de 30 años, fue uno de aquellos siete coptos cuyo rapto el 28 de diciembre hizo saltar las primeras alarmas entre las 7.000 almas que habitan la aldea. "Eran las 12 del mediodía. Habían dejado atrás Sirte y llevaban unos 40 minutos en la carretera cuando unos encapuchados les dieron el alto y los secuestraron", cuenta su hermano Bebaui. "Derramaron su sangre porque era egipcio y copto pero su muerte no será en vano. Su asesinato servirá para que muchos conozcan que es realmente el IS. No son musulmanes ni cristianos. Sus militantes no tienen relación alguna con dios", apostilla. Aquel primer secuestro -apunta Emad Suliman- puso a los yihadistas sobre la pista del resto de camaradas cristianos que residían en Sirte, la cuna de Muamar Gadafi asfixiada hoy por el yugo de grupos que han jurado lealtad al IS y la milicia Ansar al Sharia. "Les obligaron a revelar su domicilio. Los terroristas llegaron con un listado de objetivos preguntando nombre por nombre", asegura Emad a partir del relato proporcionado por los testigos, alguno de ellos musulmanes de los alrededores. Su hermano Maged fue cazado por los "muyahidines" (guerreros santos) la madrugada del 3 de enero en el asalto al inmueble que compartía con otro 12 colegas. Entre ellos, Tauadros Yusef, un padre de familia al que la hoja de un cuchillo privará para siempre de ver crecer a sus tres retoños, dos de ellos en plena adolescencia. "Se lo llevaron unos enmascarados. Capturaron a los cristianos y dejaron a los musulmanes", detalla su pariente Isá a unos metros de la iglesia de la Virgen María. Franqueado el portón del templo, un cartel cuelga de uno de sus muros. "Egipto levántate. La sangre de tus mártires pide venganza", ruega el rótulo. "Lo que hizo Abdelfatah al Sisi (el presidente egipcio) ha aliviado parte de nuestra angustia y rabia", reconoce Bashir. Desde la madrugada del lunes aviones de combate del ejército egipcio bombardean enclaves del IS en la vecina Libia. La vida de sus hermanos Samuel y Bishoi también exhaló su último hálito cercenada por una maldita daga. "Escriba. Doy las gracias al ´Daesh´ (acrónimo en árabe del IS) por no haber cortado los instantes de la decapitación y haberla difundido íntegra. Sé que ¡Oh Jesús! fue su último grito y que sufrieron el martirio por la cruz sin renunciar a su patria ni a su dios", proclama. "Aquí todos somos familia. Eran nuestros mejores jóvenes, casi ángeles y santos: rezaban, ayunaban y trataban bien con la gente", dice la treinteañera Samia tras liberarse de la comitiva de ancianas que dobla veloz la esquina para evitar al periodista. "Cada uno de los muertos tenía una historia. Lucas Nayaf, por ejemplo, tuvo una hija tras irse a Libia a la que nunca conocerá", susurra la joven antes de internarse en la vivienda donde las mujeres del pueblo lloran la memoria de los muchachos que jamás harán el viaje de regreso y comparten la zozobra por el destino de otros 300 vecinos atrapados en mitad del caos libio. El régimen egipcio ha prometido repatriar a los cientos de miles de emigrantes que residen en el país vecino pero, de momento, no ha proporcionado detalles de la evacuación. De todos los náufragos que tiñeron de rojo las aguas del Mediterráneo, la de Milad Makkin era la biografía más breve. Apenas había cumplido las 21 primaveras. Desesperado por la falta de trabajo y forzado por las penurias familiares, se enroló en el pelotón que partió hacia Libia. Primero agarró un autobús y en la ciudad de Alejandría un avión lo lanzó al que terminaría convirtiéndose en su tumba. "Nunca quisimos que se fueran a Libia porque escuchamos que había problemas. Aplazaron el viaje durante meses pero al final los amigos que vivían allí les llamaron y les convencieron", se lamenta Jalaf Henin, un primo del joven apostado entre los dolientes que -ataviados con galabiya (túnica tradicional) y turbante- reciben una interminable procesión de condolencias. La concurrencia, toda masculina, murmura el pésame y ocupa asiento en el inmenso patio de la iglesia. Los presentes en un velatorio huérfano de cuerpos permanecen cabizbajos, con la mirada extraviada. Por encima de sus silencios estalla cada cierto rato la voz de un sacerdote que, micrófono en mano, exclama: "Son mártires de Jesús. En el cielo estarán mejor que aquí"....

6:14 a.m.
Los Miércoles de Ceniza las iglesias, y dentro de las iglesias los confesonarios, registran algunas de las afluencias más notables del año. No en vano en esta fecha arranca la Cuaresma, un periodo penitencial de cuarenta días que precede al Domingo de Ramos y evoca ese periodo que pasó Jesucristo en el desierto antes de su Pasión. He aquí algunos detalles prácticos a tener en cuenta sobre este día y su rito principal, la imposición de la ceniza, costumbre arraigada en la Iglesia desde el siglo XI. 1. La imposición de la ceniza no es obligatoria, el ayuno y la abstinencia sí lo son. El Miércoles de Ceniza no es festividad de precepto. No hay, por consiguiente, obligación de asistir a misa ni de recibir la ceniza en la frente. Sin embargo, sí es día de ayuno obligatorio para todos los fieles entre 18 y 60 años (sólo puede hacerse una comida fuerte al día) y de abstinencia obligatoria de comer carne para todos los fieles mayores de 14 años. La abstinencia es también obligatoria el resto de viernes de Cuaresma, y el Viernes Santo, además, vuelve a ser día de ayuno. 2. La esencia del rito de la ceniza es recordarnos la muerte e instarnos al arrepentimiento. Precisamente el día en el que sometemos nuestro cuerpo a la disciplina del ayuno y de la abstinencia, el rito de la imposición de la ceniza nos recuerda para qué lo hacemos: para reparar los pecados cometidos y avivar en nosotros el deseo del cielo. "Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios", dice el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (n. 125) promulgado en 2002 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Así se ve en los dos signos del día, la ceniza y las palabras del sacerdote al imponerlas. De hecho, lo que se utiliza para manchar la frente son los restos de quemar las palmas del Domingo de Ramos del año anterior, que se conservan justo con ese objeto. Es el signo de que la gloria que esas palmas simbolizan es perecedera (Cristo murió apenas unos días después de ser recibido en loor de multitud) y de que todo lo presente se reducirá a la nada. Las palabras del sacerdote son dramáticas y evocan la muerte ("Recuerda que polvo eres y en polvo te has de convertir", tomado del Génesis 3, 19) o el pecado ("Arrepiéntete y cree en el Evangelio", tomado del Evangelio de San Marcos 1, 15). 3. La marca de la ceniza es un signo público, pero no hay un tiempo prescrito para mantenerla en la frente. Aunque el ayuno y la abstinencia en este primer día de Cuaresma son obligatorios en toda la Iglesia, el rito de la ceniza depende mucho de las costumbres locales. En el ámbito latino suelen imponerse las cenizas secas y en la parte alta de la frente, donde arranca el cabello. En el ámbito anglosajón suele hacerse una pequeña pasta con las cenizas y el agua bendita, y se impone en mitad de la frente. Esto introduce la cuestión de la perdurabilidad del signo. ¿Cuándo y cómo debe ser eliminado? No existen normas al respecto: es el propio fiel quien decide en qué momento y por qué razones limpiarse la frente, en función de sus personales circunstancias. Una opción es dejar que desaparezca de forma natural, lo cual puede suceder varias horas después. En 2010, Joe Biden apareció en una rueda de prensa detrás de Barack Obama con la frente significativamente manchada. Se dio la circunstancia anecdótica de que una presentadora de Sky News (también católica, aunque había olvidado el día que era) insistió en directo a su compañera destacada en el evento para qué averiguase a qué se debía el "cardenal" que lucía el vicepresidente norteamericano. Hubo de disculparse después por el desliz. Una pieza literaria sobre el Miércoles de Ceniza T.S. Eliot (1888-1965) se convirtió al cristianismo en 1927, y como anglocatólico sostuvo posiciones muy cercanas al catolicismo, sin llegar nunca a dar el paso final, en un caso que guarda algunas similitudes con C.S. Lewis (1898-1963). Al poco de su conversión, Eliot escribió un poema que se publicaría en 1930, titulado Miércoles de Ceniza. Algunas de sus estrofas evocan, con su genio literario propio, la esencia de esta fecha: la caducidad de las cosas presentes y la urgencia del arrepentimiento. Los primeros versos pueden servir, casi, como una oración. Porque no espero volver jamás. Porque no espero. Porque no espero volver deseando el don de éste y la visión de aquél ya no me esfuerzo en esforzarme por cosas semejantes ... Porque no espero conocer jamás la endeble gloria de la hora positiva... ... Porque sé que no he de conocer el único real de los poderes perecederos ... Porque sé que el tiempo es siempre tiempo y que el espacio es siempre y sólo espacio y que lo real sólo es real por un tiempo y sólo en un espacio, me alegra que las cosas sean como son y renuncio al rostro bienaventurado y renuncio a la voz. Porque ya no espero volver de nuevo. ... Y ruego a Dios se apiade de nosotros. ... Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Pincha aquí para leer Miércoles de Ceniza, de T.S. Eliot, en su integridad....




5:26 p.m.
En la presente obra su autor trata de estudiar qué ocurrió en el vasto ámbito que ocupaba en 1936 la archidiócesis primada de Toledo, desde el análisis de la correspondencia de los sacerdotes toledanos, testigos en primera persona y víctimas del paulatino aumento de la violencia clerófoba, en los meses previos al estallido del conflicto fratricida.

7:36 a.m.
Todos nosotros somos capaces de hacer el bien, pero también de destruir lo que Dios ha hecho. Esta ha sido la advertencia del santo padre Francisco durante su homilía en la mañana del martes 17 de febrero en la misa celebrada en Santa Marta. Misa que ha querido ofrecer por los cristianos coptos egipcios asesinados por el Estado Islámico. “Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, sacrificados por el sólo hecho de ser cristianos”, ha indicado el Papa. “Rezamos por ellos, para que el Señor les acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto”, añadió, mencionando al Papa copto, Teodoro II (Tawadros, en árabe). Tomando la primera Lectura del día que narra el diluvio universal, el Papa ha advertido que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y las divisiones. Por eso, ha condenado a los “emprendedores de la muerte” que venden armas a países en conflicto para que la guerra pueda continuar. “El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho”, ha indicado. De este modo, hablando de este pasaje del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre, el Pontífice ha observado que el hombre "parece ser más poderoso que Dios”, es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho. Y así, ha recordado que en los primeros capítulos de la Biblia encontramos muchos ejemplos -Sodoma y Gomorra, la Torre de Babel- en los que el hombre muestra su maldad. Un mal, ha advertido, que se anida en lo profundo del corazón. “Pero padre, ¡no sea tan negativo!” dirán algunos. “Pero esta es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruyen la fraternidad. Es el inicio de las guerras, ¿no? Los celos, las envidias, tanta codicia por el poder, por tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera -de izquierda, de centro, de derecha- cualquiera. Y veréis que más del 90 por ciento de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”. “¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?” se ha preguntado Francisco. De este modo, ha indicado que Jesús nos recuerda que “del corazón del hombre salen todas las maldades”. Nuestro “corazón débil”, ha añadido, “está herido”. A propósito ha advertido que hay siempre un “deseo de autonomía”: “yo hago lo que quiero y si quiero esto, ¡lo hago! Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!” De nuevo se ha preguntado el Santo Padre: “¿Pero por qué somos así?” Y lo ha explicado con estas palabras: “Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema. Después, en las guerras, en el tráfico de armas… ‘Pero, ¡somos emprendedores! Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y hay países que venden las armas para esto, para que así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino: ¡de nosotros! ‘Cada intento íntimo del corazón no era otro que el mal’. Nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad. Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos salva, ¿eh? Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”. A continuación, el Santo Padre ha advertido también sobre los chismorreos, sobre quien habla mal del vecino: “también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias” y quizá se va donde el párroco a hablar mal de otro. Por eso, ha reconocido que “esta es la maldad, esta es la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia nos hace reflexionar en las puerta de la Cuaresma”. A este punto, el Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio de hoy, en el que Jesús regaña a los discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de tomar el pan. El Señor les dice que pongan “atención”, que tengan cuidado “con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes”. A propósito de esto, el Santo Padre ha dado el ejemplo de dos personas. Herodes que “es malo, asesino” y los fariseos “hipócritas”. Por tanto, Jesús les recuerda cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en la Salvación, en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos, ha proseguido el Papa, “no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quién era el culpable de haberse olvidado el pan”. Asimismo, el Santo Padre ha indicado que tenemos que tomarnos en serio el mensaje del Señor, “estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de haber mucho bien”. Y así, ha puesto como ejemplo a la Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”. De este modo, el Obispo de Roma ha recordado que todos “somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos”, "no dejándoles crecer con libertad", "no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos”. Tenemos esta capacidad y por eso “es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que destruye todo”, ha advertido el Pontífice. Finalmente, el Santo Padre ha querido subrayar que “tenemos la fuerza, Jesús nos lo recuerda. Recordad. Y hoy nos dice: ‘Recordad. Acordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros, acordaos de mí que os he salvado, os he salvado a todos. Acordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por el camino de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien por los otros; no por el camino de la destrucción, sino por el camino del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, cada vez más”. Para concluir, el papa Francisco ha invitado a rezar durante la cuaresma para no dejarnos engañar por las seducciones. “Pidamos al Señor, hoy, antes de comenzar la cuaresma esta gracia: elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevan por el camino equivocado”....




6:59 a.m.
Todos nosotros somos capaces de hacer el bien, pero también de destruir lo que Dios ha hecho. Esta ha sido la advertencia del santo padre Francisco durante su homilía en la mañana del martes 17 de febrero en la misa celebrada en Santa Marta. Misa que ha querido ofrecer por los cristianos coptos egipcios asesinados por el Estado Islámico. “Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, sacrificados por el sólo hecho de ser cristianos”, ha indicado el Papa. “Rezamos por ellos, para que el Señor les acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto”, añadió, mencionando al Papa copto, Teodoro II (Tawadros, en árabe). Tomando la primera Lectura del día que narra el diluvio universal, el Papa ha advertido que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y las divisiones. Por eso, ha condenado a los “emprendedores de la muerte” que venden armas a países en conflicto para que la guerra pueda continuar. “El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho”, ha indicado. De este modo, hablando de este pasaje del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre, el Pontífice ha observado que el hombre "parece ser más poderoso que Dios”, es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho. Y así, ha recordado que en los primeros capítulos de la Biblia encontramos muchos ejemplos -Sodoma y Gomorra, la Torre de Babel- en los que el hombre muestra su maldad. Un mal, ha advertido, que se anida en lo profundo del corazón. “Pero padre, ¡no sea tan negativo!” dirán algunos. “Pero esta es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruyen la fraternidad. Es el inicio de las guerras, ¿no? Los celos, las envidias, tanta codicia por el poder, por tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera -de izquierda, de centro, de derecha- cualquiera. Y veréis que más del 90 por ciento de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”. “¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?” se ha preguntado Francisco. De este modo, ha indicado que Jesús nos recuerda que “del corazón del hombre salen todas las maldades”. Nuestro “corazón débil”, ha añadido, “está herido”. A propósito ha advertido que hay siempre un “deseo de autonomía”: “yo hago lo que quiero y si quiero esto, ¡lo hago! Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!” De nuevo se ha preguntado el Santo Padre: “¿Pero por qué somos así?” Y lo ha explicado con estas palabras: “Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema. Después, en las guerras, en el tráfico de armas… ‘Pero, ¡somos emprendedores! Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y hay países que venden las armas para esto, para que así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino: ¡de nosotros! ‘Cada intento íntimo del corazón no era otro que el mal’. Nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad. Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos salva, ¿eh? Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”. A continuación, el Santo Padre ha advertido también sobre los chismorreos, sobre quien habla mal del vecino: “también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias” y quizá se va donde el párroco a hablar mal de otro. Por eso, ha reconocido que “esta es la maldad, esta es la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia nos hace reflexionar en las puerta de la Cuaresma”. A este punto, el Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio de hoy, en el que Jesús regaña a los discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de tomar el pan. El Señor les dice que pongan “atención”, que tengan cuidado “con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes”. A propósito de esto, el Santo Padre ha dado el ejemplo de dos personas. Herodes que “es malo, asesino” y los fariseos “hipócritas”. Por tanto, Jesús les recuerda cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en la Salvación, en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos, ha proseguido el Papa, “no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quién era el culpable de haberse olvidado el pan”. Asimismo, el Santo Padre ha indicado que tenemos que tomarnos en serio el mensaje del Señor, “estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de haber mucho bien”. Y así, ha puesto como ejemplo a la Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”. De este modo, el Obispo de Roma ha recordado que todos “somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos”, "no dejándoles crecer con libertad", "no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos”. Tenemos esta capacidad y por eso “es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que destruye todo”, ha advertido el Pontífice. Finalmente, el Santo Padre ha querido subrayar que “tenemos la fuerza, Jesús nos lo recuerda. Recordad. Y hoy nos dice: ‘Recordad. Acordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros, acordaos de mí que os he salvado, os he salvado a todos. Acordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por el camino de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien por los otros; no por el camino de la destrucción, sino por el camino del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, cada vez más”. Para concluir, el papa Francisco ha invitado a rezar durante la cuaresma para no dejarnos engañar por las seducciones. “Pidamos al Señor, hoy, antes de comenzar la cuaresma esta gracia: elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevan por el camino equivocado”....




5:19 p.m.
Decía Cristo a Pedro, que la comprensión de su divinidad le había sido revelada por el Padre. De la misma forma, la fe no proviene de nosotros mismos, sino de Dios mismos que nos regala esta revelación. Dependerá de nosotros aceptar el regalo o cerrar la puerta asustados. La mente que teme ver la Luz, cierra el corazón antes de que pueda ser iluminado. Teme y desconfía de la Luz, ya que esta le descubre tal como es.

6:26 a.m.
El día 6 de febrero se reunieron en la Delegación Episcopal de Misiones de Madrid algunos responsables de instituciones que organizan actividades misioneras de corta duración para jóvenes. En este encuentro se dieron a conocer las ayudas que la delegación de misiones de la diócesis madrileña les ofrece. Los Javerianos, las universidades del CEU, la Fraternidad Misionera Verbum Dei, Jóvenes para la Misión, la Parroquia de Santa María de Majadahonda, las Oblatas de María Inmaculada, Selvas Amazónicas, Campos Misioneros de Trabajo, las Franciscanas Misioneras de María, Regnum Christi… Cada uno expuso el trabajo que espera realizar este verano y las necesidades que tienen a la hora de ofertar sus proyectos para los jóvenes. Desde la delegación de misiones de Madrid se les propuso una serie de actividades que podrían ayudarles en su deseo de formar y fortalecer el espíritu misionero en los jóvenes con los que tratan. Se calcula que son de dos mil a dos mil quinientos jóvenes que salen cada año desde Madrid para participar en alguna acción misionera en América, África y Asia. Comparten su tiempo y trabajo, viviendo una experiencia inolvidable para muchos, con los misioneros que en países como Cuba, Perú, Costa Rica, Etiopía, Marruecos, la India… están dando su vida en el servicio a los demás. Durante los días de experiencia misionera, todos reconocen que su vida se enriquece gracias a la espiritualidad, la alegría y la esperanza de los misioneros y de las personas que allí conocen y con las que comparten esta “aventura” de gran impacto en sus vidas. Por otro lado, Obras Misionales Pontificias pone a disposición de todos los jóvenes con inquietudes misioneros la Guía 2015 “Compartir la Misión”, que recoge numerosas propuestas misioneras y solidarias para jóvenes, por parte de diversas organizaciones y grupos misioneros. Su objetivo es facilitar un cauce a los jóvenes, a partir de 17 años, adaptado al tiempo con el que cuentan. ...




3:39 a.m.
Alberto Suárez Inda es el titular de la archidiócesis de Morelia, la más grande del convulso estado mexicano de Michoacán, marcado históricamente por la inseguridad, el crimen organizado y la lucha entre cárteles. Su nombramiento como cardenal se produce tras el segundo consistorio presidido por el papa Francisco, en el que han sido designados veinte nuevos cardenales, quince electores y cinco no electores. Todos ellos representantes de la Iglesia de Jorge Bergoglio, descentralizada y decidida a prestar servicio en sus áreas periféricas, tanto geográficas como existenciales. Suárez Inda nació el 30 de enero de 1939 en el municipio de Celaya, en el estado de Guanajuato. Cursó estudios eclesiásticos en el seminario de Morelia y más tarde dejó México para trasladarse a la capital italiana, donde se licenció en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma. Su ordenación sacerdotal se produjo el 8 de agosto de 1964 y pasó a formar parte del clero de su Celaya natal tras la constitución de esa diócesis en 1973. Fue ordenado obispo a los 46 años, el 5 de noviembre de 1985, y tomó posesión de la diócesis de Tacámbaro, en Michoacán. Permaneció en ese municipio, de cerca de 70.000 habitantes, hasta que en enero de 1995 el papa y hoy santo Juan Pablo II le nombró arzobispo metropolitano de Morelia, capital también del estado mexicano de Morelos. Una región marcada históricamente por la inseguridad y por el crimen organizado, en concreto por cárteles como Los Caballeros Templarios o La Familia, ante los que los vecinos han llegado incluso a levantarse en armas para tratar de evitar sus abusos constituyéndose en la autoproclamada “policía comunitaria”. Ante esta situación, Suárez Inda fue uno de los nueve prelados que firmaron el “Mensaje al pueblo de Dios en nuestras diócesis Michoacán”, en el que mostraron su preocupación por los altos niveles de delincuencia en una región en la que el crimen organizado parece enquistado. En esta carta abierta, publicada en la página de internet de la diócesis, los signatarios se dicen dolidos “por la sangre que se ha derramado, la angustia de las víctimas de los secuestros, los asaltos y las extorsiones; las pérdidas de quienes han caído en las confrontaciones entre las bandas”. “¡No es posible seguir viviendo así! Los Obispos de esta Provincia Eclesiástica, que comprende las Diócesis de Morelia, Zamora, Tacámbaro, Apatzingán y Ciudad Lázaro Cárdenas, asumimos las responsabilidades que nos tocan como Pastores de la grey que el Señor nos ha confiado”, reivindicaron. Y animaron: “Pedimos a nuestros sacerdotes, sigan haciéndose solidarios con los fieles y hagan cuanto esté a su alcance, privilegiando como es natural la asistencia espiritual, el acompañamiento a las familias y esforzándose por realizar acciones concretas a favor de la paz y de la reconciliación”. Suárez Inda ha manifestado en múltiples ocasiones su intención de retirarse, de “descansar”, y por esa razón, como es preceptivo de acuerdo al Código de Derecho Canónico, presentó su renuncia al papa al cumplir los 75 años. Sin embargo poco o nada le ha importado su petición al pontífice ya que este, no solo no le ha concedido la salida, sino que le ha nombrado “príncipe de la Iglesia”, convirtiéndose en el primer cardenal en guiar la demarcación episcopal de Morelia. El nuevo purpurado recordó en declaraciones a los medios locales cómo el papa argentino le instó a continuar con su misión episcopal. “El día que yo saludé al Santo Padre fue el 20 de mayo pasado en Roma y fue cuando él, sin que yo me lo esperara, me dijo: ‘he escuchado que usted ya se nos quiere escapar y yo le pido que aguante’ y no tuve más que responder”, confesó. Acaba de cumplir los 76 años y se incorpora al actual Colegio Cardenalicio como el quinto mexicano, dos no electores por superar los 80 años y tres electores entre los que se incluye....




3:39 a.m.
El Aula Pablo VI del Vaticano se ha convirtió en la tarde del sábado en un espacio privilegiado en el que miles de fieles han podido ir a saludar y felicitar a los nuevos cardenales, creados por el Santo Padre en el Consistorio de esta misma mañana. Abrazos, cánticos tradicionales y banderas de todas las partes del mundo para dar la bienvenida a los nuevos purpurados. Entre ellos estaba José Luis Lacunza Maestrojuán, nacido en España pero sirviendo desde hace muchos años en la Iglesia de Panamá. Así, este obispo de David se convierte en el primer cardenal de Panamá. Antes de comenzar a saludar a los fieles que hacían fila para darle la enhorabuena, ha comentado con los periodista allí presentes sus impresiones sobre la realidad de la Iglesia en su país y cómo se siente ante su nombramiento. “Sé que tengo que estar ahí, al servicio del Papa y a lo que el Papa me pida. Aún no sé por dónde me va a pedir en concreto qué servicio. Porque en términos generales decimos que el cardenal es un asesor del Papa, pero normalmente eso se traduce en algunas actividades concretas que el Papa pide: participar en algún dicasterio, en algún tipo de trabajo pastoral… Eso aún no está designado”, ha explicado. Ante una pregunta sobre la importancia en la Iglesia de América Latina de la beatificación de monseñor Romero, recientemente anunciada, el nuevo cardenal ha indicado que “creo que va a ser un momento cumbre de la vida de la Iglesia del Salvador y América Latina porque va a ser un reconocimiento de la vida pastoral de un hombre que se entregó al servicio de los pobres y que por eso, por entregarse al servicio de los pobres, fue matado vilmente. Creo que reconocer eso, que fue un mártir, que dio su vida por la fe, es un testimonio que nos puede ayudar a todos los latinoamericanos a tener más coraje para vivir y defender nuestra fe”. Asimismo ha recordado que también hay sacerdotes y laicos, catequistas, delegados de la Palabra… “Mucha gente en América Latina y Centroamérica que ha muerto por defender o propagar su fe. Ojalá un día se pueda reconocer a todos", ha precisado. “No me lo creo todavía”, ha bromeado sobre su creación como cardenal. “No sé porqué el papa Francisco lo ha hecho, pero lo acepto porque él lo ha querido así y trataré de hacerlo lo mejor posible para ayudarle”. Hablando de los desafíos que tiene que afrontar la Iglesia en Panamá, el nuevo cardenal ha explicado que “son más o menos los mismos desafíos que tienen que afrontar en cualquier otro lugar”. El Papa Francisco -ha observado- está decidido a enrumbar la Iglesia por un estilo de vida más sencillo, más cercano, más accesible, más misericordioso y yo creo que eso nos reta a todos. “Tenemos que ser capaces de vivir nuestra fe con ese nuevo estilo que haga más creíble el Evangelio”, ha asegurado. Finalmente, al ser interrogado sobre cómo va a las periferias la Iglesia de Panamá, el cardenal Lacunza ha señalado que en su diócesis cuenta con una población de más o menos cien mil indígenas....




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